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El acogimiento de menores extranjeros en verano se resiente por causa de la crisis

El coste por menor ronda los mil euros. Son los acogimientos de niños y niñas extranjeros en verano. Las asociaciones que trabajan en este campo buscan desde hace semanas hogares de acogida, pero la crisis económica está complicando en muchos casos alcanzar sus objetivos.
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Joseba VIVANCO |

«Vika y 20 menores más no tienen aún familia de acogida para este verano, ¿les invitas a tu casa?». Así rezaba la campaña de Chernobil Elkartea para captar familias dispuestas a acoger este próximo verano a un niño o niña bielorrusos. Y como ésta, un buen número de asociaciones vascas que trabajan en este campo hacen lo imposible por posibilitar que estos programas estivales sigan adelante a pesar de una crisis que también les está haciendo mella. «Ha sido de una incertidumbre total hasta el final de la campaña», reconocen desde esta entidad.

Bielorrusos, rusos, ucranianos, saharauis, guineanos, son muchos los menores que arriban cada verano a Euskal Herria a pasar algo más que unas vacaciones. La asociación navarra Sonage, que coopera con Guinea Ecuatorial, logró traer el año pasado a 42 de ellos, de entre 6 y 12 años. Cada familia debe desembolsar unos 1.000 euros y a día de hoy necesitan seis hogares para completar sus intenciones. «Debido a la crisis hay familias que les es imposible pagar lo que cuesta traer a un niño», reconoce Paula, su secretaria.

María Isabel Novoa, de la asociación Kainabera, de acogimiento de menores rusos, coincide en que «ahora mismo a las familias les es muy difícil traer un niño. Antes, solía haber familias que no podían traerlos por no tener tiempo para ellos y daban dinero para la ayuda del viaje, pero eso ya no existe, a la gente le cuesta llegar a fin de mes y no está para regalar».

En su caso, el gasto por menor ronda los 800 euros, gracias a que algunos ayuntamientos colaboran. «Esperemos que esto cambie pronto», confía, mientras las familias que se animan «desde hace tiempo están estirando como pueden para seguir trayendo a los niños».

Bikarte es una de las asociaciones que trabaja para traer pequeños de orfanatos rusos. Esta semana hizo un nuevo llamamiento urgente para captar diez hogares que se sumen al centenar de niños y niñas que ya tienen asegurado su verano en Euskal Herria. «No hemos bajado ni hemos notado la crisis económica, aunque es cierto que el tema económico puede hacer que algunos familias aplacen su idea de acoger», explica Josemi Gómez, uno de sus responsables.

También necesitan nuevas familias en Solidaridad Navarra, que trae pequeños de la región de Cheliabinsk, en los Urales. «La crisis la notamos de lleno. Cada año teníamos más de 10 ó 12 niños nuevos; ahora, nos vemos mal para traer dos. Las familias se interesan, preguntan, pero cuando les dices lo que cuesta -500 euros sale la mitad del viaje- lo aparcan; está claro que la crisis nos está perjudicando y mucho», se lamenta Antonio Rebole. «Tenía diez familias en reserva, de las que te dicen que quieren acoger un niño; les he escrito y sólamente me ha contestado una diciéndome que ya habían acogido de otra asociación», añade.

Se buscan hogares para niños sin hogar

No sólo hay asociaciones que trabajan para traer menores extranjeros en verano; también las diputaciones forales hacen campaña estos días para buscar familias de acogida para chicos y chicas sin un hogar estable. «El año pasado, en la campaña, el número de familias que se pusieron en contacto con el programa fue menor que en la anterior, pero no creo que sea sólo el tema de la crisis, aunque sí que influye», responde Alberto Rodríguez, responsable del programa de apoyo al acogimiento familiar de la Diputación vizcaina. Aproximadamente, todos los años se ofrecen en torno a 40 familias para acoger, de las que finalizan el proceso entre 15 y 20, cifras que se han mantenido estables en los últimos tres años. Ahora mismo, veinte menores requieren de una familia.

Su homónima guipuzcoana también hizo hace unos días un llamamiento a la ciudadanía: buscan familias que acojan a 22 menores de doce años, que se encuentran en centros residenciales. El objetivo más inmediato es encontrar medio centenar de familias. «Solemos decir que cuantas más familias llegan mejor, porque así es probable que pueda haber familias que se ofrezcan y puedan encajar en el perfil», afirma Rodríguez. J.V.

saharauis

Está ya en marcha, como todos los años, el programa Vacaciones en Paz, dirigido a la acogida de niños y niñas saharauis en los meses de verano. En 2010 llegaron a Euskal Herria 520 menores.

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