Francis Obikwelu arrebató a Chambers su título de los 60 metros y no permitió al joven Christophe Lemaitre pasar más allá de la medalla de bronce en la final más esperada del Europeo en Bercy. Nigeriano de nacimiento y con pasaporte portugués desde hace una década, el subcampeón olímpico de 100 metros en Atenas'2004, a sus 32 años curtido en mil batallas, fue el encargado no sólo de evitar el duelo a dos, sino de ganarlo.

Parecía haber tocado techo con el doblete en 100 y 200 metros en Gotemburgo 2006, incluso se habló de que estuvo a punto de retirarse hace un par de años, pero en París, en las dos carreras previas dejó claro que había que contar con él y ayer atrapó con marca personal (6,53) otra medalla de oro.

Su nombre había salido a relucir en las informaciones relacionadas con la Operación Galgo, la trama de dopaje que este invierno ha sacudido el atletismo español como discípulo de Mery Martínez, la mujer de Manuel Pascua, el veterano entrenador imputado en el affaire.

Por su envergadura, mide 1,95, y la exigencia de las salidas en una prueba diminuta, no parecía el candidato idóneo al oro. Y sin embargo, superó a Chambers, que ya no es el campeón europeo pero sigue siendo el mundial, por una centésima, y por cinco al único blanco que ha bajado de los 100 metros.

El mismo reconocía su sorpresa. Tenía la esperanza de meterse en el podio, pero temía el factor cancha en la lucha ante Lemaitre. «No me esperaba ganar. He tirado al principio y luego me he divertido. Volver a ganar es increíble», señaló.

Lo de Lemaitre era otro cantar, intentando explicarse qué había pasado: «No sé lo que no funcionó. Tal vez la salida. En 60 metros no tenemos margen para el error. Me alegra tener la medalla de bronce, pero al mismo tiempo estoy muy decepcionado porque quería más. Sabía que podía ir más rápido, pero no pude».

Otro centímetro

No falló su compañero de selección Teddy Tamgho, encargado de poner el récord del mundo que todo certamen internacional pretende. Su plusmarca era la más previsible y llegó por un sólo centímetro aunque en dos ocasiones. El saltador, entrenado por el mago de la longitud Iván Pedroso, había apostado por un doblete inédito en esta competición que no ha salido. Dos centímetros le dejaron sin medalla en la prueba que dominó su maestro como nadie, pero el triple salto es su territorio.

Hace un año le metió siete al récord del sueco Christian Olsson en el Mundial de Doha, para hacerse un hueco en las tablas (17,90). El 20 de febrero en Aubiere, coincidiendo con el campeonato francés, posó para la foto con unos 17,91 que han durado quince días. Ayer calcó la marca en su segundo y cuarto intento para disfrutar de la situación ideal, medalla de oro, récord del mundo, en su ciudad y ante su público.

A sus 21 años es ya una figura de talla mundial que viene de atrás, porque en 2008 ya se había proclamado campeón del mundo junior. Tiene 17,98 al aire libre y 17,92 bajo techo y salvo catástrofe está llamado a ser el tercer hombre en el club de los 18 metros junto al inolvidable Jonathan Edwards (18,29) y al estadounidense Kenny Harrison (18,09) -ambos al aire libre-. Apunta alto hacia el Mundial de Corea y los Juegos Olímpicos de Londres, las dos grandes competiciones para el atletismo siempre deseoso de buenas noticias.