En «La Noria» apareció uno de los presentadores pioneros de los programas informales dedicados al mundo del famoseo tratado con una cierta distancia, sentido del humor y hasta actitud crítica de baja intensidad. José Antonio Botella, «Chapis», presentado como un juguete roto, tartamudeaba más que cuando ocupaba un lugar de privilegio en las sobremesas televisivas. Doce años desaparecido, tras la suspensión de «¡Qué Me Dices!», un espacio con mucho ruido, que trataba con cierta distancia a los fijos y discontinuos del corazón. Su testimonio era patético. La cocaína como detonante de su ruina personal, con resultado de ictus cerebral. La fama como coadyuvante necesario. Esa burbuja que se crea cuando siempre tienes mesa en los restaurantes y la factura nunca llega porque das prestigio con tu simple presencia. Acabada la cuota de pantalla llega la vuelta a la normalidad, al anonimato, un viaje de difícil aceptación.

En una tacada de mando a distancia se puede conseguir la máxima aproximación al cataclismo racional. Difícil de conseguir ordenar las impresiones causadas. Sabemos que en La 2 las noches de los sábados siguen proporcionando material audiovisual sensato, capaz de entretener y de provocar reflexión y debate. La menopausia, la regla, las tormentas hormonales, vistas con mirada científica, social, sicológica, sin más argumentaciones que las contrastables, con un tratamiento delicadísimo desde una interioridad femenina, con aclaraciones de mujeres de varios estratos sociales y de diferentes culturas, ayuda a entender mucho mejor la vida. Y la convivencia.

Pero todas estas cosas se amontonan en sueltos, a modo de miscelánea de la imposibilidad del prestigio de los profesionales de la política: lo de los falsos Expedientes de Regulación de Empleo andaluces, que son directamente criminales; la insuperable cagada del consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid riéndose de un diputado y negando la existencia del metro-bus, una realidad de millones de usuarios. Y como guinda un concejal del PP anti-botellón pillado con una borrachera de campeonato, dormido, con el coche en marcha en un semáforo. ¿Quién da más?