El pintor Daniel Tamayo (Bilbo, 1951) ha conseguido un estilo muy singular y claramente reconocible y, muestra de ello, es el conjunto de 26 pinturas que ha reunido en el Museo de Bellas Artes de Bilbo. Cada óleo presenta un cuento, una historia, de ahí el título «Fabulario» de la exposición que permanecerá abierta hasta el próximo 12 de junio.

Los cuadros, de mediano y gran formato y pintados durante la última década, conforman una composición abigarrada, por lo que en una misma pintura podemos encontrar monos, leones, toros, guerreros, baserritarras, robots, remeros, faquires... un sinfín de iconos figurativos o «monigotes» -como el propio artista definió-, peleándose por el limitado espacio.

«He pintado hasta el día de hoy porque he creído que merecía la pena hacerlo -señala el autor-. A veces pienso que, ante todo, la pintura ha sido un refugio donde guarecerme, un laboratorio en el que construir mundos de fantasía repletos de juguetes y mostrarlos cuadro a cuadro. Me siento protagonista de una gran aventura, única y trascendente, donde los pinceles sustituyen a los remos en el espacio del cuadro, como un Odiseo enfrentado a la incertidumbre del inmenso océano».

Primera promoción

El artista confesó ayer que está «muy sensibilizado» con esta exposición porque «mi primera experiencia como visitante a un museo fue con doce años a este mismo lugar. Fue la primera vez que vi pintura seria en directo».

Tamayo ingresó en 1970 en la primera promoción de la entonces recién creada Escuela de Bellas Artes de Bilbo y en los ochenta comenzó su andadura en la docencia, como profesor del área de pintura de la facultad de Bellas Artes de la UPV en Leioa. En la actualidad sigue combinando su carrera artística con las clases en la universidad.

Tal como señala Alicia Fernández, directora de la sala Rekalde y autora del prólogo del catálogo, Tamayo «ha logrado como pocos construir y representar un universo singular plagado de imágenes e iconos, procedentes tanto de su fértil devenir mental como de su entorno más cercano, ya sea éste real o imaginado, o una mezcla de ambos».

A pesar de que Tamayo acaba de inaugurar la presente exposición, el artista confesó que las imágenes no cesan en su mente, por lo que aseguró que ya está ideando el siguiente proyecto. «Irá por la vía de la arquitectura fantástica, con ciudades inventadas». De hecho, el último óleo de «Fabulario» es un aperitivo de esa nueva línea, ya que, en «Lessismore town» no aparece ningún «monigote», cosa que «para mí es un gran esfuerzo», confesó.