TERREMOTO EN JAPÓN
Dudas sobre si el riesgo nuclear no es mayor que el declarado por Japón
Pese a que las voces llamando a la calma se suceden, destacando que la situación en Fukushima no es la misma que la de Chernobil -aunque se da por confirmada la fusión del núcleo-, el debate sobre la seguridad nuclear se ha extendido por todo el mundo. Mientras en Japón se centran los esfuerzos en las centrales nucleares, miles de personas siguen sin casa y sin apenas asistencia en las zonas más duramente golpeadas por el tsunami.
Joseba VIVANCO | GASTEIZ
Si algo va mal en la central nuclear, Homer Simpson culpa al tipo que no puede hablar en inglés. En la alarma nuclear que vive Japón es evidente que la culpabilidad recae en el terremoto sufrido y el posterior tsunami, pero una vez más, y esta vez en el país mejor preparado y el único que sufre en su memoria la peor cara de la tecnología nuclear, ha quedado en evidencia el temor que en la sociedad mundial sigue generando este tipo de energía.
La mayoría de expertos coincide en que no estamos ante un Chernobil, pero ayer, la Agencia Nuclear Francesa, segunda potencia nuclear del mundo, calificó el accidente de clase 5 ó 6 -«accidente con consecuencias de mayor alcance»- en la escala que mide los accidentes de 1 a 7, es decir, un nivel más que el fijado los primeros días por Japón, y lo que situaría a Fukushima más allá incluso que el accidente de Three Mile Island (Harrisburg); es decir, por delante de Fukushima I sólo la catástrofe de Chernobil. ¿Supone esta calificación francesa que el accidente es peor de lo que dice Japón?
La mayoría de expertos en la materia coincide en el improbable escenario de un escape radiactivo masivo al exterior -por cierto, nunca se produciría la estereotipada imagen del temido hongo nuclear-, pero lo cierto es que durante el día de ayer los problemas y el pesimismo se acrecentaron.
Uno de esos indicios que invitan a la duda es que el país que más sabe de nucleares decidió solicitar ayer el envío de una comisión de expertos a la Agencia Internacional de Energía Atómica tras la explosión en el edificio del reactor número 3.
La temida fusión del núcleo
El escenario es que tras haber conseguido estabilizar la temperatura en el problemático reactor 1, el primer dañado tras el sismo y el tsunami, ayer, los temores se centraron en los reactores 2 y 3 de Fukushima I; primero, por la mañana (hora de Euskal Herria), se produjo una explosión en el reactor 3, aunque sin fuga de radiactividad, mientras que en el 2 sucedía un fallo en el sistema de refrigeración y ello pudo derivar en una fusión parcial del núcleo -proceso que puede provocar una fuga- a causa del sobrecalentamiento. Es más, se informó de que hubo un momento en el que las barras quedaron totalmente expuestas al bajar el nivel del agua que las rodeaba. La AIEA informó de que estaba inyectando agua de mar en el reactor 2, una medida similar a la que se adoptó ya en los reactores 1 y 3 para tratar de bajar la temperatura y evitar una fusión en el núcleo, algo que las autoridades ya daban por supuesto que se está produciendo.
Ian Hore-Lacy, director de comunicaciones del World Nuclear Association, sostenía en declaraciones a la CBS que es «muy improbable» que se produzca la temida fusión, es decir fusión accidental del núcleo de un reactor. Pero decía muy improbable, no imposible.
Con este panorama, el resumen cuando hoy se entra en el cuarto día de crisis en este complejo nuclear a 240 kilómetros al norte de Tokio y con seis reactores, es que el reactor 1 estaría en ese peligroso estado de fusión del núcleo desde el sábado y el 3 habría comenzado la fusión el domingo.
Pero ¿qué es la fusión del núcleo? Se trata de un daño grave del núcleo del reactor debido a un sobrecalentamiento. Ésta se produce cuando un fallo grave del sistema de la central impide la adecuada refrigeración del núcleo del reactor y sin esa refrigeración, los soportes que contienen el combustible nuclear se recalientan hasta llegar a derretirse. Tal situación supone un gran peligro dado que existe el riesgo de que el material radiactivo (el combustible nuclear) sea emitido a la atmósfera.
Pero para fugarse al exterior debe antes superar varias barreras de contención. Es decir, llegados al hipotético punto de la fusión del núcleo, esto ya no es lo más relevante, sino saber si aguantarán esas barreras de seguridad. Y es que mientras se trabaja para atajar ese sobrecalentamiento de los reactores, las autoridades luchan para que las cámaras de contención resistan la presión.
¿Qué impide un escape?
En Chernobil no había contención y toda esa radiactividad escapó al exterior, es lo que se dice. Aquí, esa protección actúa como una especie de cebolla o de muñeca rusa. Los reactores de Fukushima -idénticos a los de Garoña- son del tipo de Reactor de Agua en Ebullición, similares a una olla a presión de nuestra cocina.
El combustible nuclear es óxido de uranio, que se almacena en pequeñas piezas insertadas en un largo tubo hecho de aleación de circonio con un punto de fusión de 2200ºC, y bien sellado. El conjunto se llama barra de combustible y estas barras se juntan para formar paquetes más largos, y un conjunto de estos paquetes van al reactor, formando el núcleo. Esa envoltura de circonio, digamos, es el primer sistema de confinamiento. El núcleo se inserta luego en una vasija de presión, la olla, que es el segundo sistema de confinamiento.
Todo ese sistema se envuelve en un tercer sistema de confinamiento, una burbuja hermética, muy gruesa, del mejor acero y cemento, diseñado, construido y probado con único propósito: contener indefinidamente una fundición total del núcleo lo que en inglés se conoce como el temido meltdown.
Si el núcleo se funde y la vasija de presión revienta y acaba fundiéndose, este último búnker recogerá el combustible fundido y todo lo demás. Este tercer sistema de confinamiento está a su vez rodeado por el edificio del reactor, el que se ve desde el exterior, que no tiene un fin protector.
¿Qué ha sucedido en Fukushima? El terremoto que golpeó Japón fue cinco veces más potente que el peor terremoto para el que la centran nuclear fue construida. El sismo dejó sin efecto los sistemas de refrigeración del núcleo, los técnicos están procediendo a `aventar' la presión acumulada por el sobrecalentamiento emitiendo gases al exterior y, finalmente, están echando mano del agua marina para enfriar ese núcleo. Si los núcleos de los reactores siguen calentándose y fallan los dos primeros sistemas de contención, todos cruzan los dedos para que el tercer sistema de confinamiento, la vasija de acero y cemento, aguante. Y los expertos confían en que así sea y que todo ahí.
En Chernobil, el reactor había alcanzado un enorme incremento de energía, no había un contenedor de seguridad y no hubo tiempo suficiente para evacuar a la gente; en Fukushima el reactor se apagó, hay un contenedor de seguridad y ha habido tiempo suficiente para trasladar a la población de los alrededores, 185.000 personas. El director general de la agencia nuclear de la ONU (AIEA), el japonés Yukiya Amano, insistió, desde Viena, en disipar las dudas al estimar «poco probable» que Fukushima se acabe convirtiendo en una nueva Chernobil. De nuevo, poco probable, no improbable.
Continúa el rescate
Los equipos de rescate continuaban trabajando ayer contra el reloj en Japón para intentar buscar supervivientes en las zonas afectadas por el terremoto en el noroeste del país, donde la cifra de muertos seguían aumentando. Se cree que la cifra de fallecidos puede alcanzar varios miles de personas.
Aunque el recuento oficial era ayer de 1.833 fallecidos y 2.369 desaparecidos, la agencia Kyodo informó del hallazgo de unos 2.00 cadáveres en la costa de la prefectura de Miyagi, la más afectada por el seísmo del viernes pasado y el tsunami que generó.
La agencia japonesa habla también de 5.000 víctimas entre muertos y desaparecidos, pero sus datos no fueron confirmados por el Gobierno, que contabilizó unos 15.000 rescatados.
Otros 200 ó 300 cuerpos sin vida también fueron localizados bajo los escombros pero todavía no pudieron ser recuperados en la ciudad de Sendai y no se tienen noticias desde el viernes po la noche de 8.000 vecinos de Otsuchi, una comunidad costera de la prefectura de Iwate.
Hasta 10.000 personas también podrían haber perdido la vida en Misamisanriku (Miyagi), pero en ese caso las autoridades investigan si lograron escapar a tiempo y refugiarse en el vecino pueblo de Tome.
Unos 100.000 militares japoneses, ayudados por cientos de voluntarios extranjeros especialistas en salvamento, seguían ayer peinando la zona devastada en busca de víctimas atrapadas en las ruinas de edficios o arrastradas mar adentro por la ola gigante de diez metros de altura.
EEUU retiró a 17 pilotos de helicóptero tras detectar que habían sufrido «una baja cantidad» de contaminación radiactiva procedente de la central de Fukushima.
Tokio anunció que llamará a filas a miles de reservistas para reforzar a las tropas y agilizar el reparto de ayuda a los damnificados, la primera vez que esto sucede en una situación de crisis nacional en Japón.
Los equipos de rescate seguían viendo dificultada su labor por las constantes réplicas, que no cesarán durante toda esta semana y cuya intensidad podría llegar hasta los siete grados, según la Agencia Meteorológica de Japón.
También les traba el enorme grado de destrucción en localidades enteras transformadas en gigantescas montañas de piedra, trozos de madera y vigas de hormigón arrancadas de cuajo por la fuerza del maremoto, que dejó parcialmente inundados pequeños pueblos del litoral.
El seísmo dañó total o parcialmente más de 63.000 edificios, 561.000 líneas telefónicas y 221.000 conexiones a Internet, según el Departamento de Control de Desastres.
Los daños en carreteras e infraestructuras en el noroeste de la isla de Honshu, la principal de Japón, también están haciendo pasar un calvario a los evacuados, que aguantan con resignación largas filas para recibir la ayuda que llega con cuentagotas por tierra, mar y aire.
Hasta 2,6 millones de personas están sin electricidad, más de tres millones no tienen acceso a agua potable y faltan comida, aceite para cocinar y otros artículos básicos, según datos de la Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU.
La agencia Moody's alertó ayer del impacto negativo que pueden tener sobre el sector nuclear de EEUU los incidentes registrados en Japón, donde estudia la rebaja de la calificación de Tepco, la operadora de Fukushima.
«Francia es el país en el que el sector nuclear es el más seguro de todos los del entorno y por ello ha perdido una oferta en Emiratos. Es más caro porque aporta más seguridad», destacó el presidente francés, Nicolas Sarkozy.
Las pérdidas económicas totales en Japón como consecuencia del terremoto y el tsunami superarán probablemente los 71.500 millones de euros, según la consultora estadounidense Eqecat, especializada en el cálculo de catástrofes.
Nicolas Sarkozy tiene previsto proponer a sus socios del G-20 que se celebre una reunión de ministros para tratar de la seguridad nuclear, según reveló una representante de una ONG que participó ayer en una recepción.
El Gobierno turco confirmó ayer su intención de seguir adelante con sus planes de construir dos plantas nucleares, una de ellas de tecnología japonesa, pese al debate generado por la situación en Fukushima.
El jefe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), Yukiya Amano, de nacionalidad nipona, calificó ayer de «improbable» que se produzca en Japón un accidente nuclear como el de Chernobil.
El primer ministro indio, Manmohan Singh, ordenó una revisión inmediata de los sistemas de seguridad de todas las plantas nucleares del país, centrándose en la capacidad de las plantas para resistir terremotos y tsunamis.
La compañía aérea alemana Lufthansa indicó ayer que está inspeccionado sus aviones que vuelven de Japón para verificar si tienen restos de radiactividad. «Se trata de una medida de precaución», declaró una portavoz de la compañía.
El Gobierno de Japón pidió formalmente a EEUU que le ayude en el proceso de refrigeración de los reactores de Fukushima que han quedado dañados por el terremoto y el tsunami, según explicó la Comisión Reguladora Nuclear de EEUU.
Varias zonas de la isla Honshu, excepto Tokio, están a oscuras al aplicarse los primeros cortes de electricidad para garantizar el suministro en las áreas afectadas por el terremoto. Varias fábricas tuvieron que suspender su producción.
Los ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea apoyaron ayer la idea propuesta por Austria -estado constitucionalmente declarado no nuclearizable- de realizar pruebas de resistencia a las centrales nucleares europeas para evitar que se produzcan riesgos como el que amenaza las plantas de Japón tras el terremoto. Y es que la repercusión de lo que está sucediendo en el país asiático puede convertirse en un nuevo y duro golpe a la política nuclear internacional, como lo fue en 1979 Harrisburg (EEUU) y que detuvo durante años la apuesta por las centrales, o como lo fue más tarde Chernobil.
Los Veintisiete están divididos casi a partes iguales con respecto a la energía nuclear: quince de de los socios cuentan con centrales atómicas, liderados por el Estado francés, que genera a partir de 58 centrales el 75% de su energía eléctrica. Gran Bretaña es la segunda potencia nuclear comunitaria.
Alemania viene siendo la tercera potencia, con 17 reactores en funcionamiento, pero ayer, la canciller Angela Merkel anunció que la catástrofe nuclear en Japón obliga a replantearse la seguridad de las plantas nucleares también en Alemania y por ello avanzó la suspensión durante tres meses de la ley que amplía la vida de sus centrales nucleares. «Ante la duda debe primar la seguridad», argumentó, sin olvidar que también puede ser un guiño a los electores, dado que tiene comicios a la vuelta de la esquina.
El debate en Suiza también se ha zanjado temporalmente. El Gobierno ha decidido suspender todos las licencias en curso para autorizar nuevas centrales nucleares mientras se examina la seguridad de las ya existentes en el país, según anunció ayer la ministra de Energía, Doris Leuthard.
En la actualidad, hay seis plantas nucleares en construcción en Europa (dos en Bulgaria y otras dos en Eslovaquia y una en suelo francés y en Finlandia). Italia, único país del G-8, que no produce energía nuclear, pretende con Berlusconi a la cabeza sumarse al club nuclear.
¿Y en el Estado español? Pues dejando a un lado el anecdótico posicionamiento del presidente de honor del PP, Manuel Fraga, proponiendo abrir una reflexión sobre el uso de la energía nuclear, tanto el partido de Rajoy como el PSOE emplazaron a no abrir debate alguno sobre las nucleares. «No vamos a caer en esa trampa», dijo el secretario de Organización del PSOE, Marcelino Iglesias. Sus colegas europeos pidieron que las 143 centrales nucleares de la UE se sometan a test de estrés. J.V.