Nunca se me había ocurrido pensar que los cameos en el cine representaran una amenaza para los actores y actrices profesionales, pero parece ser que el éxito comercial de la cuarta entrega de la saga «Torrente» ha levantado alguna que otra suspicacia al respecto. Un titular periodístico lo expresaba jugando con los términos «cameo» y «camelo».

Así de estafada se debió de sentir Loles León, quien no dudó en rechazar el pequeño papel que le ofreció Santiago Segura, porque, según ella, actuar al lado de Belén Estebán era rebajarse. No contenta con la tajante negativa a la oferta de todo un triunfador, le mandó un recadito en tono amenazador, por medio del cual le transmitía la supuesta indignación de toda la profesión.

Comprendo que Loles León para sentirse actriz establezca diferencias con los recién llegados, dentro de lo que se intuye como un sentimiento corporativista mal aplicado. Porque me cuesta creer que el resto de los profesionales, como ella dice, no sepan distinguir entre lo que es una aparición de personaje invitado, con o sin frase, y el papel interpretado por un actor o una actriz debidamente contratados a tal fin.

El intrusismo no tiene posible cabida en el cine, puesto que desde siempre se ha necesitado de la presencia ante la cámara de personajes reales o gente espontánea, mal llamados antaño «actores no profesionales o aficionados». Son ellos quienes tienen más derecho a quejarse, en la medida en que no suelen estar amparados por derechos gremiales y rara vez llegan a cobrar, habiéndose de conformar con el duro bocadillo de los rodajes.

Aunque el trailer promocional de «El rito» se empeñe en demostrar lo contrario, no se trata de una película de terror al uso. Ante la manifiesta imposibilidad de competir en efectismo con el clásico del género «El exorcista», el realizador sueco Mikael Hafström ha preferido apostar por la dramatización documentada a fondo. Para ello se basa en el libro de Matt Baglio, donde el escritor relata la experiencia vivida durante un curso de exorcismo impartido en El Vaticano. El consiguiente guión cinematográfico de Michael Petroni, que ha colaborado en la fantasía cristiana «Las crónicas de Narnia», se centra en la figura de uno de los sacerdotes que asistieron a aquellas clases, y que hoy es uno de los pocos que practica exorcismos en el mundo.

No obstante, el protagonismo no recae en el joven sacerdote o en su maestro, sino en un viejo exorcista descreído que se mantiene al margen de la Iglesia, siendo encarnado por el estelar Anthony Hopkins, quien sorprende con una contenida interpretación llena de ironía y distanciamiento paródico.