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Mark Olson e Igunn Ringvold, capaces de abandonarte en el cielo purgando sus canciones

No hay bendito en la tierra que siga la actualidad musical folk-rock que no conozca a Jayhawks. De semejante pozo de belleza se escapa Mark Olson, que se junta con la noruega Igunn Ringvold y la arman.
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Pablo CABEZA | BILBO

Si los curas fuesen lo que tendrían que ser, condicional para la que no tenemos respuesta, cantarían en la iglesia canciones como «Morning dove», y la gente sería feliz, se darían la mano y un beso en la mejilla. Sabrían qué es lo correcto y lo inapropiado y, además, no necesitarían de ningún libro escrito por iluminados para conocer el pasado, porque el pasado sólo serían simples canciones, himnos como «Little bird of freedom», «No time to live without her», «Scholastica», «Bluebell song», «Kingsnake»... Títulos que Mark Olson e Igunn Ringvold interpretan divinamente en directo.

Olson y Ringvold son pareja, viven en algún lugar evocativo del desierto californaino, por lo que algunos etiquetadores le llaman a esto desert country, que imaginamos no necesita explicación.

Esto mismo Olson lo podría haber escrito en los senderos verdes de la rocosa Itxina, allá camino de Gorbeia, por lo que ya no podría ser lo que era, sino música creada en un campo de piedras, pero bien hermosas. No obstante, sería mucho más sencillo comunicar que esto es folk-rock del de toda la vida: una acústica, dos buenas voces, misticismo natural, ligeros arreglos y talento para componer melodías más claras que las aguas de un barranco de Irati.

Son canciones que pulen la tristeza, que la envuelven en niebla y la dejan rodar montaña abajo. Si te pilla la bola, mala suerte, te convertirás en un ser amante de lo acústico, de las palabras sin doble sentido, de los acordes sin truco, de la beldad. Te puedes quedar ensimismado, mientras que otros, probable y quizá, se aburran. Normal, la bola de niebla no les atropelló.

Olson y señora vienen a presentar su álbum «Many colored kite», producido por Beau Raymond (Devendra Banhart, Little Joy, Mark Olson & Gary Louris) y que cuenta con colaboraciones como la de Neal Casal, presente en el disco de Smile. Vaya, qué pequeño es el mundo, qué fácil la casualidad y que torcidamente apasionante y difícil tiene que resultar ser una de las personas niebla que quepan hoy en el Cotton Club.

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