A casi todo el mundo le gusta echarse un trago al coleto de vez en cuando, pero los médicos advierten de las nefastas consecuencias de abusar de los líquidos espirituosos, que animan el alma, sí, pero dañan el cuerpo y la mente.

Más nefasto resulta ponerse a escribir después de una generosa ingesta. Se corre el riesgo de escribir cosas como las que firmaba ayer en «La Razón» José Luis Martín Prieto: «Sería ilustrativo saber que entienden en la Corte de Estraburgo por el fenómeno etarra-abertzale, su Historia y sus protagonistas contemporáneos, para multarnos a todos porque un etarra que lo fue, lo es y lo será calumniara al Jefe del Estado». Se refiere a Arnaldo Otegi, a quien describe como «un terrorista que ha dejado la `pipa' por un tiempo para desarrollar la política entrista que le diseña la banda». Hasta ahí su opinión, ahora empiezan las alucinaciones: «El 11-M llamó inmediatamente a Francia: `Juradme que no habeis sido vosotros porque si no aquí me matan'». Eso se lo ha inventado Martín Prieto tras alguna libación especialmente fuerte.

Y suma y sigue con la marcianada: «Durante unos años tuve relación profesional con Jon Ydígoras, enlace de prensa de HB, que al fracasar como torero abrazó la ikurriña. Nunca ocultó su militancia etarra y admitía que lo de su coalición era tactismo». Si conocen a alguien que haya escuchado a Jon Idigoras decir que era de ETA, por favor, llamen a GARA y mañana mismo rectifico mi opinión sobre Martín Prieto.

Sigue con Idigoras: «Tenía la mujer exiliada en Francia por el hacha y la serpiente y los fines de semana la visitaba para recibir órdenes». A mí se me ocurre pensar que iba a Ipar Euskal Herria a pasar el fin de semana con Bego, su compañera de toda una vida.

Pero lo que angustia a Martín Prieto es algo mucho más concreto: «El lendakari roza los pies con Sortu debajo de la mesa y ya no hace manitas con el PP sobre los manteles. Y Eguiguren, el maltratador, acelera a más de 110 km por hora su papel de correveidile de ETA. Las aguas del PSOE vuelven a bajar turbias en los frondosos jardines de los faisanes». Si nos atenemos a los hechos, el columnista tiene serios problemas de percepción de la realidad.