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Crónica | Centenario de ELA

«El Pacto del Euro destruirá el Estado de Bienestar europeo»

El siglo de existencia de ELA se hizo notar en Bilbo con una charla del economista y politólogo Riccardo Petrella, quien sentenció que «el Pacto del Euro no servirá para el sostenimiento del Estado de Bienestar».

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Juanjo BASTERRA

Ante los responsables del sindicato ELA, encabezados por Adolfo Muñoz, «Txiki», y la secretaria general adjunta, Amaia Muñoa, Riccardo Petrella, consejero de la Unión Europea y profesor emérito de Globalización en la Universidad de Lovaina, desveló que «es necesario luchar hacia otro modelo económico» y determinó que cada ámbito, «por pequeño que sea», puede ser efectivo y eficaz para crear modelos frente al neoliberalismo feroz que se expande por el mundo como «teología universal capitalista». Para este italiano «criado» en Bélgica, incansable con la palabra, «un mercado sin poder político, no funciona» y advirtió de que «la creación de la moneda única fue precisamente un instrumento de las economías más fuertes para mantener las diferencias. No es un instrumento de política social de convergencia, sino de lo contrario: divergencia». Este elemento lo enlazó con la «independencia política» que mantiene el Banco Central Europeo (BCE), aspecto que no ocurre en Estados Unidos, ya que los representantes de la Reserva Federal «deben dar cuenta al Congreso y están sometidos a lo que se les proponga. En Europa no pasa eso, sólo se preocupan de la estabilidad de la moneda».

Llegados a este punto se preguntó con cierta ironía: «¿Quién determina el valor de la moneda». A su juicio, el poder económico, porque «los bancos centrales, que son sucursales del BCE, son propiedad de los bancos». De ahí que Petrella explicara que si «el objetivo que persigue es la estabilidad de la moneda, ¿por qué no actúa en contra de la especulación?».

Los asistentes le plantearon diferentes preguntas en las dos partes en las que abordó la conferencia. El reciente «Pacto del Euro» llamó la atención de Petrella porque «no es un pacto por los ciudadanos europeos, por el sostenimiento del Estado de Bienestar. Es un elemento de destrucción del Estado de Bienestar» y lo enlazó con la reflexión que hizo con el tema de la moneda única porque «al final, la moneda permite crear valor para el capital, pero en las bolsas, lejos del interés social». A su juicio, el BCE «no está al servicio del progreso humano y social. Sólo actúa bajo la obligación de dar estabilidad al precio de la moneda para que las empresas ganen más, mientras la mayoría social pierde».

Riccardo Petrella detalló, de forma amena, su «teología universal capitalista», porque es un «pensamiento globalizante y totalitario». Este economista criticó al ex presidente del Gobierno español, Felipe González, por afirmar en repetidas ocasiones que «no hay alternativa al capital» y que «no hay democracia, sin mercado».

Teología del capitalismo

Esa «teología» se centra en tres poderes: el valor en donde todas las situaciones que «no crean valor, no cuentan para el poder». Puso como ejemplo, entre otros muchos, que «una empresa es potente si así lo indica su capitalización en la bolsa, no por si crea empleo o actúa de una u otra manera». De esta forma, «una señora de 82 años que cobra 600 euros de pensión no contribuye a la creación de valor para el capital. Vive de la asistencia, no es eficaz; lo mismo que un obrero que aquí da menos valor al capital que otro que hay en China, por ejemplo».

El segundo poder de ese sistema capitalista, según Petrella, es la empresa privada. «Es la principal forma de crear riqueza». En este caso también se refirió al ex primer ministro británico Tony Blair, que «se puso en favor de las grandes empresas, pero no de los trabajadores» y el tercer poder de esa teología del capitalismo está en el mercado. «Es el mecanismo de regulación. Estos tres poderes confluyen en uno: la Santísima Trinidad. El padre es el capital; el hijo, la empresa; y, el mercado es el Espíritu Santo». A su juicio, «una parte muy importante de la sociedad queda desplazada, porque no conoce lo fundamental: el derecho a la vida. Así se acepta que 3.000 millones de personas vivan con menos de dos dólares al día». Por eso, concluyó que esta sociedad está dominada por «la oligarquía, no la democracia».

 

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