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Terremoto en Japón

Fukushima no da tregua, pero Tokio mantiene la calma

Los intentos desesperados de enfriar la central nuclear de Fukushima arrojando agua no dan gran resultado, pero 250 kilómetros al sur, en Tokio, no cunde el pánico. Los gobiernos extranjeros sí aceleran sus planes de evacuación y amplían el radio de seguridad hasta 120 kilómetros.

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GARA | TOKIO

Helicópteros militares y camiones cisterna arrojaron ayer toneladas de agua marina en un intento por enfriar los reactores de la central de Fukushima, y el pesimismo, que no deja de aumentar en todo el mundo, ha provocado un éxodo masivo de los extranjeros de Tokio.

Las autoridades niponas -que han confirmado que la cifra de fallecidos supera los 5.500- debían hacer frente a la creciente impaciencia de unos 500.000 damnificados, ante la escasez de agua potable y de víveres a pesar de una movilización sin precedentes de unos 80.000 soldados, policías y socorristas en el devasta noreste.

No obstante, la mayor preocupación es la crisis nuclear, la más grave en el mundo desde la de Chernobil, en 1986.

Por primera vez, cuatro helicópteros de las Fuerzas de Auto Defensa lanzaron varias toneladas de agua sobre los reactores más dañados, sobre todo el número 3, lo que provocó que emitiera vapor de agua, indicativo de que el líquido llegó a las barras de combustible utilizado, altamente peligrosas.

Su objetivo era fundamentalmente llenar la piscina de combustible usado que fue dañada por una explosión e incendios.

Los helicópteros sobrevolaron el reactor número 3 a menos de 100 metros, pero según fuentes militares citadas por Efe, sus diez tripulantes no sufrieron una radiación grave: tras ser descontaminados presentaban un nivel inferior a los 60 milisievert, frente a los 100 que se consideran el máximo en una misión de emergencia.

En una segunda operación, camiones con cañones de agua se turnaron para lanzar agua sobre el citado reactor, en un intento por refrigerarlo y evitar que el combustible radiactivo quedase expuesto.

A última hora de ayer, ni TEPCO ni las autoridades pudieron confirmar si la operación había permitido llenar la piscina, debido a la imposibilidad de verla.

Los expertos extranjeros se mostraron inquietos también por el reactor número 4, que estaría prácticamente seco, lo que provocaría niveles «extremadamente altos» de radiación, según Gregory Jaczko, presidente de la Autoridad estadounidense de Regulación Nuclear (RCN).

La fusión de este combustible podría conllevar la liberación de radiaciones de la misma magnitud que en Chernobil, estiman los expertos.

Los trabajadores de la operadora TEPCO no lograron concluir ayer con estas labores, por lo que continuarán durante la jornada de hoy.

Por su parte, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) aseguró que la situación de los reactores dañados seguía siendo «muy seria», aunque señaló que no ha empeorado desde el miércoles.

Además, el OIEA señaló que los ingenieros japoneses han conseguido conectar un cable eléctrico externo al reactor 2 de la central nuclear de Fukushima, aunque no habían devuelto el flujo de energía a la planta. La vuelta de la electricidad sería un paso positivo en los trabajos para poner en marcha el sistema de refrigeración del reactor que se averió tras el seísmo y posterior tsunami.

Peligro de apagón

El Gobierno japonés alertó del riesgo de que se produjera un gran apagón durante la madrugada de ayer a hoy en el área de Tokio por los problemas de suministro de electricidad causados por el terremoto.

Por ello, pidieron a los operadores de tren del área de la capital que recortaran sus servicios desde la tarde y se solicitó a las empresas que redujeran el consumo, según el ministro de Industria japonés, Banri Kaieda, citado por la agencia Kyodo.

Ante estos difíciles momentos, miles de extranjeros han abandonado Tokio por temor a un escape radiactivo de la central nuclear de Fukushima, mientras otras muchas embajadas comenzaron ayer a organizar operativos para asistir a quienes deseen abandonar el país asiático.

Aunque las autoridades locales insisten en que los niveles de radiactividad en la capital han aumentado pero no son alarmantes, la inestable situación ha forzado un éxodo al sur.

Algunos gobiernos, como los de Colombia, México o el Estado español, anunciaron ayer el envío de aviones a Tokio para repatriar a los afectados que quieran abandonar la ciudad.

Países como Gran Bretaña, el Estado francés, Estados Unidos, Alemania, Bélgica, Australia, Rusia, México, Colombia o Chile recomendaron a sus ciudadanos salir de Tokio.

Frente al perímetro de seguridad de 20 kilómetros establecido por las autoridades locales, la legación española ha recomendado no acercarse a un radio de más de 120 kilómetros de la planta nuclear, mientras que la mexicana o la estadounidense limitaron la advertencia a un radio de 80 kilómetros.

Japón ha evacuado a 228.000 ciudadanos en un radio de 20 kilómetros, y ha recomendado a los que estén entre 20 y 30 kilómetros que no salgan de casa.

INICIATIVA

El opositor Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) y el gobernante Partido Socialdemócrata Austríaco (SPOE) van a fomentar una iniciativa para la celebración de un referéndum en la Unión Europea (UE) con el fin de lograr el abandono continental de la energía nuclear.

El peor escenario, que el núcleo fundido llegara al subsuelo

Homer Simpson afirmaba que su jefe no le había despedido «a pesar de tres fusiones y un Síndrome de China». En 1979, se estrenó una película de cine de catástrofes llamada «El Síndrome de China», en la que se narraban fallos y encubrimientos en una central nuclear. El título aludía a la sugerencia de que, en caso de un fallo masivo, el combustible nuclear se filtraría a través del suelo, hasta llegar al lado opuesto del planeta. Aunque China no está en las antípodas de California, la idea perduró. Nos lo recuerda estos días Arturo Quirantes en su blog Física de Película. Y todo porque tal situación sería imposible, aunque la posibilidad de que el núcleo se convierta en metal líquido, que orade el suelo del reactor y se filtre es factible... pese a que nunca haya ocurrido.

Si todas las labores actuales en Fukushima fallasen, tendríamos lo que se denomina una fusión o meltdown. No se trata de fusión nuclear, sino de fundición: el núcleo del reactor se convierte en metal líquido. En ese caso, como explica el propio Quirantes, profesor de Física, «más de cien toneladas de material fundido altamente radiactivo caerán al suelo del edificio de contención, donde se encuentra la última línea de defensa: un sistema de contención formado por un suelo ultrarresistente de hormigón».

En realidad, no se suele contemplar como una hipótesis realista porque se trata de un escenario extremo. En Chernobil, por ejemplo, el calor del núcleo fundido no fue suficiente para que la masa penetrara en el subsuelo.

Sin embargo, José Cervera, en su blog Retiario, recuerda que si la temperatura no se controla, las barras de combustible comienzan a fundirse y dan lugar a la fusión del núcleo. «Las varillas de combustible, sus estructuras de soporte y las barras de control se convierten en un charco que se acumula en el fondo de la vasija del reactor. Como lava fundida y diferenciada en distintas capas, los elementos internos del núcleo caen por gravedad hacia el fondo de la vasija a muy elevada temperatura. En el peor de los casos la lava radiactiva fundiría las paredes de acero de 15 centímetros», detalla. Éste, añade, «sería el peor de los casos posibles».

El propio periodista explica que «en Japón, la única forma de que ocurriera un Chernobil sería que de alguna forma el núcleo fundido atravesara la cimentación de la planta y llegara en condición crítica al subsuelo, encontrándose con una veta de agua subterránea». Al entrar en contacto con el agua, sí puede existir una explosión que libere material radiactivo al exterior. «En esas condiciones sería teóricamente posible que una columna de vapor dispersara la contaminación», concluye Cervera. Entonces, dejaría de ser un simple chiste de Homer Simpson. Joseba VIVANCO

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