Revueltas en el mundo árabe
Gadafi anuncia la ofensiva final sobre Bengasi en pleno debate en la ONU
El líder libio Muamar al-Gadafi anunció que ayer comenzaría la «ofensiva definitiva» sobre Bengasi, bastión de los rebeldes, al mismo tiempo que el Consejo de Seguridad de la ONU ultimaba la votación de un texto para adoptar medidas que frenaran el avance del Ejército.
GARA | ARGEL
Mientras el Consejo de Seguridad de la ONU debatía la adopción de medidas militares en Libia para impedir que el Ejército de Muamar Al-Gadafi atacara las ciudades en poder de los rebeldes, las tropas del líder libio llegaban a las puertas de Bengasi, ciudad base de la insurrección situada en el este del país y Gadafi anunciaba la ofensiva final.
«Estás son las últimas horas de esta tragedia, llegaremos esta noche y no tendremos compasión», advirtió Gadafi, y añadió que sus tropas «entrarán casa por casa» en la ciudad y que los habitantes de aquellas en las que encuentren armas «serán considerados enemigos». En un discurso a través de la radio, Muamar al-Gadafipidió a todos los ciudadanos de esta localidad que permanezcan en sus casas. Gadafi ofreció una amnistía a los rebeldes que depongan las armas y llamó a la población a «liberar la ciudad» actuando como «quinta columna».
Aunque las informaciones sobre los combates eran contradictorias, las fuerzas leales al Gobierno libio habían llegado a las puertas del bastión de los rebeldes.
En su avance, el Ejército anunció que se había hecho con el control de Misrata, tercera ciudad del país, con 500.000 habitantes. a 200 kilómetros al este de Trípoli, pero este hecho fue desmentido por un portavoz rebelde, que afirmó que se estaban produciendo intensos combates, y que habían abatido dos aviones.
Según la televisión estatal «la ciudad de Zowaytinah está bajo control de las fuerzas armadas, que están a las puertas de Bengasi. Zowaytinah se encuentra a 150 kilómetros al sur de Bengasi». Las tropas del Gobierno habían tomado con anterioridad Ajdabiya, a 160 kilómetros al sur de Bengasi, tras una ofensiva de ataques aéreos. Algunos testigos hablaron de «combates terribles» que dejaron al menos 30 muertos. La aviación de Gadafi también bombardeó el aeropuerto de Benina, a solo diez kilómetros al sur de Bengasi. El repliegue de los insurgentes hacia el este ha provocado una incesante avalancha de huidos hacia la frontera egipcia.
Casi 300.000 personas han huido del país desde el pasado 15 de febrero. La Cruz Roja internacional también ha retirado a su personal de Bengasi, y dijo estar «extremadamente preocupada por lo que pueda ocurrir a la población civil».
Poco antes de anunciar la ofensiva final, el Ejército libio dijo que suspendería sus operaciones contra los insurgentes a partir del domingo para «dar una oportunidad» a los rebeldes para que se rindan.
Mientras tanto el Consejo de Seguridad de la ONU aceleró el debate de un proyecto de resolución para imponer una zona de exclusión aérea con el fin de inutilizar la aviación utilizada por las fuerzas de Gadafi. El embajador libio en la ONU, Ibrahim Dabbachi, que desertó, subrayó la urgencia de una intervención internacional en las próximas horas ante el temor de asistir a «un verdadero genocidio». El documento votado en la ONU, auspiciado por franceses, británicos y libaneses que se sometió a votación incluía la adopción de «todas las medidas necesarias para proteger a la población de Libia», a excepción de una ocupación militar del país.
También incluye un llamamiento a un alto el fuego inmediato, como solicitó Rusia, y un endurecimiento de las sanciones impuestas, además de una zona de exclusión aérea.
Excepto la ocupación militar
EEUU dijo apoyar cualquier medida internacional para solventar la crisis que no represente la presencia de «botas militares sobre el terreno», en una señal de que su país apoyar ahora la imposición de una zona de exclusión aérea para proteger a los rebeldes. Burns indicó que su Gobierno está preocupado por la posibilidad de que Gadafi retome el «terrorismo y el extremismo violento».
Uno de los elementos que centró el debate de fue el deseo de algunas delegaciones de contar con medidas adicionales, posiblemente ataques aéreos, para frenar el avance de las tropas de Gadafi. Así, París apostó por llevar a cabo ataques con aviación a las pocas horas de que se aprobara la resolución.
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, instó a Naciones Unidas a lograr un acuerdo cuanto antes para intervenir en Libia y evitar una «inaceptable» victoria del Gobierno de Gadafi.
Ante esta posibilidad, el Gobierno de Trípoli advirtió de que «cualquier acto militar» contra Libia «pondrá en peligro las actividades aéreas y marítimas en el Mediterráneo».
En un comunicado, afirmó que «los barcos o aviones que crucen el Mediterráneo, sean civiles o militares, serán objeto de ataque defensivo». Gadafi acusó a Occidente de exagerar la gravedad de la situación su país y cifró en entre 150 y 200 el número de muertos de ambos bandos. Subrayó que los sucesos en su país no tienen nada que ver con las protestas antigubernamentales de Túnez o Egipto.
El ministro francés del Interior, Claude Guéant, desmintió que el Gobierno de Muamar al Gadafi financiase en 2007 la campaña electoral del presidente francés, Nicolas Sarkozy, tal y como afirmó ayer Saïf al Islam, hijo del líder libio. Guéant instó al Gobierno libio a que divulgue las supuestas pruebas.
La represión en Bahrein se ha acentuado tras la intervención de tropas de otras monarquías del Golfo, la instauración del Estado de emergencia y el asalto policial contra las manifestaciones chiíes el miércoles en Manama, que causaron cinco muertos. El Alto comisario de la ONU para los derechos humanos, Navi Pillay, denunció que las fuerzas policiales asaltaron hospitales y centros de salud, impidiendo el acceso de los heridos y cometiendo «una flagrante violación de la legislación internacional». La Policía ayer abrió fuego contra manifestantes en la ciudad de Deih, y detuvo a seis líderes de la oposición, cinco chiíes y uno de la izquierda sunní. GARA
Mohammed Omar Al-Mujtar apenas se acuerda de su padre, héroe de la independencia de Libia, que fue ahorcado hace 80 años por los italianos, pero está seguro de una cosa: los revolucionarios de hoy combatirían contra el dirigente Muamar Al-Gadafi.
«Deben tener ánimo y armarse de coraje. Dios les apoyará y les dará la victoria», lanza Mohammed, de 90 años, vestido con una capa negra, un pañuelo blanco y un gorro rojo.
Su padre, Omar Al-Mujtar, que dirigió una guerrilla durante veinte años contra el colonialismo italiano, es un héroe nacional que ha inspirado a generaciones de libios y fue inmortalizado por el oscarizado actor Anthony Quinn en la película «El león del desierto» (1981).
Su herencia es tan considerable que, según Mohammed, era importante para Muamar Al-Gadafi anunciar, desde la tumba de Mujtar, el comienzo de su revolución.
Hoy, los rebeldes se sublevan en el feudo de Mujtar contra un líder libio que se presenta como su seguidor.
Mohammed, un hombre pequeño con manos arrugadas, se alegra de que el este sea de nuevo el «hogar de la revolución». «Apoyo a los jóvenes a unirse y a hablar con una sola voz», dice. «El mundo entero sabe lo que hizo Omar Al-Mujtar. Es de ahí de dónde sacan su energía. Pregunten a los jóvenes, les dirán que todos son nietos de Omar Al-Mujtar».
Los insurgentes de hoy tienen que enfrentarse a las fuerzas lealistas, mucho más potentes y mejor equipadas que ellos. A pesar de todo, Mohammed rechaza criticar a estos combatientes, en ocasiones un poco desorganizados.
Contrariamente a los barones del petróleo, que han amasado fortunas en Libia y viven en soberbias mansiones en Mónaco, Londres o Venecia, la casa de Mohammed en Bengasi es una vivienda modesta, en la que se muestran fotografías de su padre en blanco y negro.
En ocasiones, parece azorado o distraído. Como cuando ve la película en la que aparece a punto de observar cómo los italianos van a colgar a su padre en 1931. Explica que no había visto a su padre desde que su madre se lo llevó con él a Egipto en 1927.
Ironías del destino, el clan Mujtar saludó inicialmente la llegada de Gadafi, creyendo en su revolución y en sus promesas, antes de perder la ilusión en la década de 1980. «Mi padre habría actuado mucho más a favor de la revolución actual porque simboliza verdaderamente a Omar Al-Majtur», dice Mohammed.
«La han llevado a cabo los jóvenes. No están ni con el Ejército ni con el Gobierno, nos sentimos mucho más cercanos a esta revolución», añade, haciéndose eco del sentimiento general de los estudiantes que participan en las manifestaciones.
«Gadafi utilizó el simbolismo de Mujtar para atacar al pueblo. Nosotros, en cambio, reivindicamos verdaderamente el nombre de Omar Al-Mujtar para estar a la altura de su lucha», dice Mina, una estudiante.
Pero para Rafa Berassali, un ingeniero encarcelado en el paso por el régimen de Gadafi, la inspiración de la revuelta actual es mucho más reciente.
«Omar Al-Majtur nos inspira, pero sobre todo nos fijamos en las revoluciones tunecina y egipcia, que han desencadenado todo esto. La principal inspiración es esa», explica Berassali. Jennie MATTHEW | AFP