La entrevista que hoy publica GARA con Cheng Enfu, ideólogo marxista chino que defiende el carácter socialista del modelo chino, nos ofrece claves interesantes, con grandes dosis de autocrítica, para entender el devenir económico y social del gigante asiático. El modelo chino, que bien puede calificarse de socialismo de mercado, se basa en la propiedad pública de los medios de producción, que actualmente ocupa el 70% del PIB. Pero la producción no está necesariamente centralizada y ofrece cada día más espacio a que pueda ser orientada por un mercado considerado instrumental y sometido al poder político monopolizado por el Partido Comunista Chino. La eficacia económica del modelo, así como las desigualdades entre las zonas urbanas y rurales, el este y el oeste o entre los estratos sociales son difícilmente discutibles. Con sus ventajas e inconvenientes, el modelo chino no es exportable miméticamente a otros países en desarrollo. Deng Xiao Ping, dijo que la discusión sobre si China es socialista o capitalista es discutir sobre si el gato es blanco o negro; si caza ratones es un buen gato, sostuvo, y así lo defienden en un país con más de una quinta parte de la población del planeta y con cada vez más peso político y económico.