Terremoto en Japón
Elevan el nivel de alerta nuclear antes de recuperar la conexión eléctrica
Horas después de que las autoridades elevaran la gravedad del accidente nuclear de la planta de Fukushima al nivel 5, mientras que camiones cisterna del Ejército y de los bomberos reanudaban el lanzamiento de agua en el edificio que alberga el reactor número 3, la compañía operadora que la central anunció su reconexión con la corriente, lo que permitirá el suministro paulatino de electricidad y la puesta en funcionamiento del sistema de refrigeración.
GARA | TOKIO
Cuando se cumple una semana del fuerte terremoto y el devastador tsunami que han provocado miles de muertos y desaparecidos y han causado una crisis atómica, la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón elevó nivel de alerta nuclear del 4 al 5, dentro de una escala de 7, en la central de Fukushima I, mientras los expertos seguían tratando de enfriar el reactor número 3. El aumento de 4 a 5 en la escala de gravedad sitúa la crisis de la central de Fukushima al mismo nivel que el accidente de la planta de Three Mile Island, en Harrisburg (EEUU), en 1979.
El nivel 5 se refiere a los accidentes nucleares «con consecuencias de mayor alcance» -no sólo de alcance local, como el nivel 4- cuando se produce una liberación limitada de materiales radioactivos al exterior o se registran varias muertes por radiación, así como cuando el reactor sufre daños graves o si se produce una liberación de grandes cantidades de materiales radioactivos dentro de la instalación, y requiere la aplicación de contramedidas.
El Gobierno mantuvo que el agua vertida desde camiones cisterna y helicópteros militares a este reactor lograron enfriar la piscina de combustible y que los niveles de radiación en torno a la planta descendieran. A última hora de la tarde, la compañía operadora de la central nuclear informó de que había conseguido reactivar la energía eléctrica, lo que permitirá poner en marcha el sistema de refrigeración.
Ayer, militares y bomberos seguían tratando de enfriar el reactor número 3, que tiene problemas con la piscina de almacenamiento de combustible ante el descenso del agua que lo cubre para evitar su sobrecalentamiento, mientras que durante la mañana la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) informó de que la temperatura en las piscinas de desechos nucleares de los reactores 5 y 6 había aumentado y de que se seguía sin conocer la situación del reactor 4.
Los responsables de la central nuclear informaron de que las operaciones de vertido de agua sobre el reactor 3 lograron introducir líquido en la piscina de almacenamiento, pero consideraron que el nivel era todavía demasiado bajo y que persistía la posibilidad de un incremento de la temperatura.
Horas después, la agencia de la ONU confirmó que la situación en la planta continuaba siendo «muy seria», aunque aseguró que «no hubo un empeoramiento significativo».
Graham Andrew, asesor científico de la AIEA, afirmó que las unidades 1, 2 y 3 de la central Fukushima I «parecen bastante estables», aunque reconoció que existe «gran preocupación» por la situación de las piscinas de combustible usado de las unidades 3 y 4 de la planta, sin ofrecer más detalles. En su opinión, «nos movemos hacia una situación estable que no cambia, lo que es positivo».
Reconexión a la red eléctrica
La caída del sistema de refrigeración de la central nuclear por falta de electricidad causó daños en el núcleo del reactor 3, la prioridad para los responsables de la planta, lo que estaba provocando la liberación de partículas nucleares, pero al final de la jornada, Tokyo Electric Power Co (TEPCO), la compañía operadora de Fukushima-1, confirmó la reconexión de la planta con la corriente mediante una línea de transmisión externa, por lo que ya estaría lista para recibir el suministro de electricidad.
En un comunicado, la empresa declaró que la primera unidad en ser reconectada será la 2, seguida de la 1, 3 y 4. La razón es que el reactor 2 parece ser «el menos dañado».
Las autoridades japonesas confiaban poder recomenzar, tras la conexión eléctrica, el bombeo de agua necesario para enfriar los reactores, expuestos durante los últimos días a temperaturas excesivas y que incluso han llegado a estar al descubierto debido a la falta de líquido.
La radiactividad en torno a la central nuclear, operativa desde 1971, llegó al Gobierno de Naoto Kan a evacuar a casi 230.000 personas en un radio de 20 kilómetros y a recomendar a aquellas que se encuentran a una distancia de entre 20 y 30 kilómetros de la planta que permanecieran en sus casas con puertas y ventanas cerradas.
En medio de la catástrofe, Kan compareció ayer en la televisión para mostrarse convencido de que el país será «capaz de emerger de la crisis». «Reconstruiremos Japón de nuevo con determinación», aseguró el primer ministro, quien reconoció que la situación es «grave» y las dificultades «enormes», pero incidió en que «no hay espacio para el desaliento».
El primer ministro japonés, Naoto Kan, afirmó que su Gobierno está dando a conocer toda la información de que dispone sobre el accidente en la central nuclear de Fukushima I y prometió transparencia, después de que la AIEA pidiera al Gobierno que divulgue más datos.
El último balance del seísmo de pasado 11 de marzo fija en 6.911 los muertos, cifra que supera las 6.400 víctimas mortales del terremoto de Kobe del 17 de enero de 1995. El 1 de setiembre de 1923 murieron 140.000 personas en Kanto.
El proyecto de Ankara de construir la primera central nuclear turca en una zona de alto riesgo sísmico, «no tiene ningún sentido» después del «desastre» japonés, afirmó el presidente griego, Carolos Papoulias, que apeló a la intervención de la UE.
Una semana después del seísmo y el tsunami de Japón, las zonas devastadas comenzaron ayer a recuperar algunas infraestructuras esenciales y los supervivientes a recibir, con cuentagotas, alimentos y electricidad. Pero los médicos siguen esforzándose por ofrecer su ayuda, a todas luces insuficiente, a los heridos y los enfermos refugiados en albergues sin agua corriente ni energía eléctrica en el noreste del país, amenazado por una epidemia de gripe debido a la ola de frío y otra de gastroentiritis, que está provocando un aumento en las muertes de las personas de edad avanzada, enfrentadas al estrés postraumático.
El último balance de la Policía facilitado ayer elevó a 6.911 los muertos y a 10.319 los desaparecidos por el terremoto, unas cifras que seguirán aumentando en las provincias más afectadas, como Iwate, Miyagi y Fukushima.
«Ha pasado una semana y ahora tenemos que hacer frente al frío. Al principio había unas diez personas enfermas y ahora son ya treinta, con resfriado, fiebre, diarrea o asma», declaró a la cadena NHK una enfermera de una refugio de Minamisanriku, donde carecen de medicinas y electricidad.
Muchos supervivientes que seguían un tratamiento médico dejaron sus hogares sin llevarse sus medicamentos y muchos permanecen en gimnasios sin calefacción ni agua.
El hospital de Inawashiro, en Kesennuma, tuvo que evacuar a sus 47 pacientes, muchos de ellos con dolencias crónicas o heridas relacionadas con el terremoto, y algunos con demencia senil. 36 fueron instalados sobre futones en el suelo de una escuela primaria, donde se alojan otros 400 refugiados, que sólo reciben un mínimo de agua y alimentos.
Durante la noche, tres médicos y once enfermeras recorren con velas la escuela, sumida en tinieblas, para verificar el estado de sus pacientes.
«Con este frío la salud de los enfermos se deteriora. Haremos lo que esté a nuestro alcance para que su estado se estabilice y puedan ser trasladados», señaló a AFP el doctor Mokesada Moriwaki. «Limpiar e instalar de nuevo la electricidad en el hospital es la prioridad. Si no lo hacemos no podremos proteger sus vidas», agregó.
Médicos Sin Fronteras indicó que su principal preocupación es atender las enfermedades crónicas de los ancianos, como la diabetes y la hipertensión, porque sus tratamientos fueron interrumpidos y hay que evitar que lleguen a un estado crítico.
Además, la falta de electricidad está impidiendo la práctica de diálisis, hay muchos refugiados con problemas respiratorios y la falta de agua caliente para la higiene de los pacientes está multiplicando los casos de gangrena.
Entre quienes han vivido la catástrofe, son las personas de edad avanzada las que están atravesando mayores dificultades. Keiko Okashi pensaba vivir una jubilación tranquila en el pequeño puerto de Miyako, pero el tsunami dejó a esta septuagenaria sin casa y sin futuro.
«¿Reconstruir? Primero hay que sobrevivir». Keiko Okashi no encuentra otra cosa que decir al mirar el montón de escombros de lo que, hasta hace sólo una semana, fue su casa. Desde este funesto día, lo único que cuenta para ella es protegerse del frío, refugiarse y alimentarse.
Como en muchas localidades del noreste, Miyako tiene una gran proporción de habitantes de edad avanzada porque los jóvenes no tardan en buscar trabajo en otras regiones más prósperas y marcharse. Además, Japón tiene la esperanza de vida la más elevada del mundo -86,4 años para las mujeres y 75,6 años para los hombres- y también uno de los índices de natalidad más bajos. En Miyako, las personas de edad han sido las más afectadas por el tsunami. Intentaron huir pero fueron atrapadas.
Los que encontraron refugio en los albergues han experimentado la pobreza, la escasez de agua y electricidad, todo ello agravado por un frío glacial e importantes precipitaciones de nieve, inhabituales a principios de primavera. Y las perspectivas son sombrías ya que muchos habitantes de Miyako disponen de recursos financieros limitados, como lo demuestran sus modestas viviendas construidas con materiales de bajo costo. GARA
La crisis nuclear que vive Japón desde hace una semana está sacudiendo los mercados de la energía, haciendo caer los precios del uranio y subir los del gas y el carbón cuando las energías fósiles siguen la alternativa más generalizada a la atómica.