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Fander Falconí, 2011/3/17, REBELIÓN

Energía nuclear, un riesgo innecesario

(...) Sin duda la central nuclear de Fukushima cumplía los mejores estándares de seguridad exigidos por una sociedad tan rigurosa como la japonesa... hasta que un terremoto de 8,9 grados en la escala de Richter afectó en forma irreparable los mecanismos de enfriamiento del reactor. Luego de ese evento, inusual por su magnitud, pero siempre posible en el «cinturón de fuego del Pacífico», los impactos actuales y futuros de los daños y radiación que emanen de esa zona de desastre serán muy altos. (...)

La economía no puede funcionar sin recursos naturales (como petróleo, gas o carbón). Ahora bien (...) Toda actividad económica afecta, de una u otra manera, a la Madre Tierra y el «optimismo» tecnológico tiene límites prácticos y temporales muy concretos.

(...) En el nivel macro se ha planteado la «desmaterialización» de la economía. Esto es, reducir la cantidad de materiales y energía por unidad de producto. Con optimismo, quienes proponen esta posibilidad consideran que la mejora de eficiencia de los países ricos del Norte, que cada vez utilizan menos energía por unidad de PIB, es una prueba de que esto en realidad está ocurriendo. Lo que no dicen es que esos mismos países cada vez utilizan más energía en términos absolutos, lo que provoca daños ambientales irreparables. (...)

Esto nos lleva a otro problema: la diferencia entre riesgo e incertidumbre. El riesgo se mide por probabilidades, esto es, podemos conocer los eventos posibles y asignarles valores numéricos. Por ejemplo, la probabilidad de que una moneda caiga cara es de 50%. La incertidumbre implica que desconocemos los eventos futuros (y sus efectos), y que no podemos asignar valores numéricos, como en el ejemplo de la moneda. Esto se aplica bien a los usos de la energía nuclear. (...)

La probabilidad de que ocurra un evento puede ser baja, pero los efectos si ocurre pueden ser devastadores. Esto es lo que está ocurriendo en Japón, y no es el primer evento que podemos recordar. La naturaleza humana suele confundir baja probabilidad de ocurrencia con bajo costo. En Chernobyl fue muy duro aprender que los impactos y los costos de un accidente nuclear pueden alcanzan niveles que comprometen incluso la economía de todo un país.

El incremento de la incertidumbre y la magnitud de los problemas contemporáneos han llegado a un punto crítico. Como para que sea indispensable y urgente debatir la necesidad de construir nuevos paradigmas. Ese punto crítico exige precaución en los usos de la energía nuclear y cautela con los «optimismos» tecnológicos, pues pueden resultar fatales para nuestras sociedades, en las que siempre están presentes el riesgo y la vulnerabilidad.

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