iñigo lamarca, julia hernández e itziar barrenleku
Día internacional para la eliminación de la discriminación racial
Las Naciones Unidas han señalado este día para recordar la necesidad de combatir el racismo. El lema «somos iguales, somos diferentes» ha servido para múltiples acciones desde 1995, año de la Campaña Europea de la Juventud contra el racismo, la xenofobia, el antisemitismo, la homofobia y la intolerancia del Consejo de Europa. Este lema recoge principios y derechos reconocidos en el ordenamiento jurídico y explica, claramente, el derecho a ser tratados de manera igual en nuestras diferencias. Lo contrario es discriminatorio. Por ello, es inadmisible no permitir la entrada en un establecimiento abierto al público, como son los bares de copas, a personas por su origen, algo, al parecer muy habitual, según ha podido comprobar SOS Racismo-Bizkaia en la acción simultánea realizada junto con la red europea antirracista EGAM, recientemente, en 15 países. Es discriminatorio, también, que no consigan arrendar una vivienda o que reciban un trato diferente en la Administración pública, en los juzgados, en las comisarías de policía... Las motivaciones que se utilizan, económicas o de seguridad ciudadana, entre otras, ocultan prejuicios que impiden a algunas personas y a determinados grupos la igualdad efectiva, y obstaculizan su progreso.
Es una realidad que algunas personas, según su origen o cultura, tienen menos oportunidades para encontrar un trabajo adecuado, una vivienda digna y que la esperanza de vida y calidad de su salud es inferior. Los motivos son sociales, políticos e históricos, por lo que es importante renovar el compromiso institucional y social para eliminar la discriminación y todas las formas de intolerancia. Las personas nacemos iguales en dignidad y derechos. La discriminación provoca violencia y pobreza e impide desarrollar las capacidades de las personas. Todas las personas pueden y deben contribuir al desarrollo y a la construcción de nuestra sociedad. Así conseguiremos sociedades más justas, equitativas y democráticas. Lo contrario, la intolerancia y la discriminación, provocan desigualdad, inseguridad, desconfianza y conductas abusivas.
El reto es, por tanto, crear las condiciones para que todas las personas, con independencia de su origen o de su cultura, tengan las mismas oportunidades para desarrollarse y trabajar en condiciones dignas. Se trata de sumar esfuerzos, destacar los elementos comunes, los valores compartidos por todas las culturas, ya que las culturas también se forman de personas, y las personas tienen, tenemos, una aspiración a la justicia, a vivir en paz y libertad, y a la igualdad.