Iñaki URDANIBIA Doctor en Filosofía
Celaá se cabrea
Ella, la consejera de Educación, que suele tratar de mantenerse comedida, dentro del discurso tenso habitual en ella que no puede disimularlo, esta vez parece que no se ha tomado la dosis de valium necesaria y respondió descaradamente, y desmelenada, a alguna interpelación parlamentaria diciendo que no admite imposiciones, ni las admitirá; o bien es que la pregunta le ha tocado en la línea de flotación o bien es debido a la falta de dosis, y razón en cualquier caso.
En fin, en cuanto tomaron las riendas del gobiernillo, se rodeó de sindicalistas minoritarios que le hacen el juego -como no podía ser de otro modo, en especial los cuadros de CCOO- que pasaron a representar los intereses patronales, y ocupar sillones, con absoluto desparpajo -antes tales combativos sindicalistas ya habían apoyado a gobiernos anteriores en sus restrictivas medidas-, imponiendo así a la mayoría de los enseñantes sus decisiciones, habla de imposiciones... ¡y olé!
Clama al cielo, en especial tras las recientes elecciones sindicales, en las que los sindicalistas de su gusto quedaron francamente malparados, que quien cuenta con el apoyo de una minoría minoritaria no tenga en cuenta la representación absolutamente mayoritaria de los enseñantes, que desde luego están en las antípodas de sus decisiones autoritarias. Será cosa de la semántica a la hora de interpretar la palabra «imposición», o que se quiere mantener la imposición contra viento y marea.
Contra todos, ella y sus aprovechados mantenedores no hacen más que imponer lo que la gente no quiere... contra todo criterio democrático sancionado por los votos de los llamados a las urnas.