Carlos GIL I Analista cultural
Infancia
En qué momento el juego se encarna en tradición y cultura? La infancia debe ser un estado de ánimo ocupado por la inmediatez de los sentidos. La teta materna proporciona las claves de la oralidad que nos forma la capacidad simbólica que debe determinar la tendencia a las esdrújulas o al bolero.
Si la infancia es una patria, la juventud es una etapa cósmica y la madurez, un congreso ecuménico. Las razones por las que se compara la infancia como un periodo feliz forman parte de un expurgo religioso. Los artistas no pueden estar en una recesión constante. La simplicidad del trazo es la evidencia de la superación del periodo anal.
Las notas más complejas de la música universal solamente alcanzan el valor de nana cuando son ejecutadas con la máxima actitud rompedora. Las programaciones de espectáculos en vivo y en directo dedicadas a los infantes deben canalizar emociones primarias, sentimientos amables, sin aprovecharse de nada más que de la disposición de los más pequeños al descubrimiento, por ello se debe ser muy exigente en cuanto a la formulación sintáctica en todas las caligrafías.
Mantener a la infancia envuelta en estadios estéticos regresivos es peor que una mala alimentación. La atrofia cultural que puede producir unos primeros pasos con la danza, la música o el teatro sin control de calidad, pueden ser causante de malformaciones que acaben convirtiendo a nuestros vástagos en estadística populista. Además de besos y abrazos, demos a nuestros hijos caricias de sensibilidad para disfrutar en libertad de todas las artes.