CRíTICA clásica
Euskalbarrokensemble contra el derbi
Mikel CHAMIZO I
El Euskalbarrokensemble se subió el sábado al escenario del Auditorio Nacional coincidiendo con el derbi futbolístico madrileño, un competidor ciertamente importante. Esto le restó algo de público al conjunto vasco de música antigua, que para la ocasión había reforzado sus filas con algunos intérpretes de instrumentos históricos bien conocidos, como la violinista Lina Tur Bonet o el percusionista Pedro Estevan. Presentaron el programa titulado “Vivaldi in furore”, que ya tienen bien rodado y que gira en torno a danzas instrumentales y arias de ópera y motetes de Händel, Lully y Marais, además del propio Vivaldi, de quien tocaron el conocido “Concerto para laúd, 2 violines y bajo contínuo”, pero lo hicieron con una guitarra barroca, un sólo violín y una flauta de pico. No fue para tanto el cambio, sabiendo que Enrike Solinís ha llegado a tocar estas cosas con guitarra eléctrica, aunque el bilbaino sí que se permitió sus habituales licencias durante la cadencia del tercer movimiento, marcándose una señora improvisación junto con Estevan en torno al famoso “Canario” de Gaspar Sanz –todo esto en medio de un concierto de Vivaldi–.
Como director, Solinís asumió riesgos durante toda la velada, a sabiendas de que contaba con un grupo de intérpretes excelentes, y las versiones de las numerosas danzas fueron casi todas magníficas en flexibilidad y dinamismo, y sin demasiadas estridencias. Pero el Euskalbarrokensemble dio lo mejor de sí mismo acompañando a la soprano María Espada, que si bien comenzó con una “Antifona” de Händel que pareció incomodarla un poco en tesitura, finalizó con tres arias de ópera del mismo autor de una estupenda intensidad dramática, especialmente un “Ah mio cor! Schernito sei!” de “Alcina”, abrumadoramente bien cantado.