Rompiendo con la lógica de la Conferencia Este, Chicago Bulls vuelve a la primera línea de acción, con garantías, por primera vez en más de diez años. Si al principio de temporada la lógica decía que las progresiones de Atlanta Hawks y Orlando Magic pondrían en aprieto a los favoritos Boston Celtics y Miami Heat, ahora los Bulls trabajan por dar una merecida campanada.

Como buenos fondistas, los Bulls han ido creciendo a lo largo de la temporada regular. Primero se aprovecharon de la inestabilidad de Atlanta Hawks para meterse entre los cuatro primeros del Este.

Luego, tras los extraños movimientos en Orlando, con un loco intercambio a tres bandas que pareció romper la armonía de los Magic, Chicago desafió aún más lo establecido por los analistas a principio de temporada. Este hecho les hizo colocarse entre los tres primeros de la clasificación, marcando de cerca a los todopoderosos Miami Heat y Boston Celtics.

Marzo ha sido el mes del asalto definitivo al liderato. Una serie de derrotas de Miami relegó a los Heat a la tercera plaza de la Conferencia. Allí estaba Chicago, que aprovechó su buen estado, ganando y convenciendo, para adelantar a Miami y poner contra las cuerdas a Boston. Este importante asedio ha durado lo justo y necesario.

Febrero marcó la pauta para Chicago con ocho victorias por tres derrotas. Marzo arrancó con mal pie para los Bulls tras perder en Atlanta. A partir de ahí, el cielo parece el límite. Llegaron ocho victorias consecutivas y un serie de doce partidos ganados por uno perdido. El resultado final todavía no ha llegado, quedan dos semanas y entre ocho y diez partidos, pero la tabla ve como Chicago vuelve a liderar la Conferencia con ciertas garantías mucho tiempo después del reinado de Michael Jordan en la década de los 90.

Con Boston a dos partidos y Miami a dos y medio, los Bulls sueñan con tener el factor cancha a favor en todas las eliminatorias del Este. En una hipotética final, no lo tendría ante San Antonio Spurs pero es posible que la mantuviese ante cualquier otro rival.

Derrick, el punto de inflexión

Chicago Bulls fue una franquicia marginal hasta la llegada de Michael Jordan. Tras varios años de navegación a la deriva, en Chicago hicieron un equipo competitivo, más o menos lo que no lograron hacer en Cleveland alrededor de LeBron James, y los Bulls, con el mejor Jordan de la historia, lograron seis anillos en ocho años.

Tras la segunda retirada de Michael Jordan, los Bulls han luchado por mantener el tipo, pero no fue hasta la llegada de Derrick Rose hasta que el equipo del United Center selló un punto de inflexión. Pese a los numerosos intentos de reconstrucción, la franquicia de Illinois sólo ha alcanzado dos semifinales de Conferencia en los últimos trece años.

Con Derrick Rose, Luong Deng y la potencia interior aportada por Carlos Boozer y Joakim Noah, Chicago vive una nueva ilusión quizá demasiado centrada en la persona y las posibilidades del propio Rose.

Pero, aunque este jugador no sea Jordan, el United Center, que apenas ha dejado de llenarse cada noche en esta larga travesía por el desierto, vuelve a rugir como en tiempos míticos.