TOLEDO 28
ARRATE 28

Pocas veces un punto ha sabido tan bien como el que salvó ayer el Arrate en Toledo. Bien es cierto que pudo haber sido mejor, teniendo en cuenta que los albiazules marcharon casi siempre por delante en el marcador. Pero la agonía que se vivió en los últimos minutos concede una pátina de triunfo al apurado empate final.

Sobre todo porque el resultado beneficia al Arrate. Las tablas le permiten mantener su ventaja en la clasificación -ahora diez y ocho puntos-, pero además sentencia el golaverage de manera favorable, gracias a su victoria por la mínima de la primera vuelta. Teniendo en cuenta que el calendario es casi idéntico para ambos rivales de aquí a final de temporada, el vuelco por parte de los manchegos tampoco parece una amenaza especialmente factible. Aunque es evidente que, con diferencias tan exiguas, ni unos ni otros podrán relajarse lo más mínimo hasta el próximo 21 de mayo.

Máxima tensión

Es decir, tal y como sucedió ayer en el Municipal Javier Lozano, donde al mismísimo Alfred Hitchcock se le habría helado la sangre con tanto suspense.

Porque el Arrate mandó durante casi todo el encuentro, pero su renta nunca fue lo suficientemente amplia -tres goles como máximo- como para dar por zanjada la contienda. El Toledo, además, reaccionó cerca del descanso, al que un gol de Stratas en el último suspiro le permitió llegar con el marcador apretadísimo (12-13).

La tónica se mantuvo en la reanudación, que arrancó con un 0-3 favorable a los albiazules, que sus anfitriones anularon a su vez casi de inmediato. Y así siguió, moviéndose entre la mínima ventaja eibarresa y el empate. Aunque con una seria amenza cerniéndose sobre los hombres de Julián Ruiz: el cansancio, consecuencia de la comprensible falta de rotaciones.

Apareció. Y se le unió la rabia de los manchegos, conscientes de que el último tren se les escapaba. Así, por primera vez desde el minuto cinco, el Toledo volvía a ponerse por delante en el marcador (22-21), con apenas diez minutos por delante. Tokic y Alazaga restablecieron la ventaja visitante de inmediato, pero de ahí al final el dominio en el luminoso fue alternándose. Y el panorama oscureciéndose, cuando Tokic y Beljanski veían la roja tras su tercera exclusión. Llegaba el turno de los juveniles, con las cosas apretadísimas, un Toledo suspirando por la remontada y los decibelios en el pabellón muy por encima de las recomendaciones de la OMS.

El milagro sucedió. El Arrate se sobrepuso a todas las adversidades y, con un gol de Alzaga, una parada de Voncina y otro gol de Petricheev recuperó dos tantos de ventaja para sobrevivir a dos minutos finales agónicos en los que, en inferioridad, apretó los dientes para aguantar la última arremetida del conjunto naranja.

San antonio