Chillida Leku se cierra, San Telmo de abre. La obra de Chillida merece estar abierta al mundo, seguir en contacto con las miradas y los pensamientos de los otros. No ha podido ser, no de momento. Desconozco de primera mano las razones últimas de la familia Chillida para desestimar la oferta que les llegaba desde las instituciones, pero sean cuales fueran, resulta lamentable que la obra sea condenada, aunque sea temporalmente, a una especie de ostracismo artístico.

Pero, como suelen decir, un clavo saca otro clavo y el Museo San Telmo es la tirita en la herida abierta al debate de los últimos meses. San Telmo inicia su nueva singladura después de haber lavado sus rincones, después de renovar sus ideas e intenciones. Convenios con diferentes entidades e instituciones y una marca de distinción: será un museo de sociedad. Memoria colectiva, legados de vivencias, valores y tradiciones... Ayer abría sus puertas, y lo hacía formulando preguntas a aquellos que pisaban sus recién lustrados suelos a través de la exposición «6 mil millones de otros». Porque lo que conmueve, preocupa y quita el sueño a los otros es, en muchas ocasiones, similar a lo que nos conmueve, preocupa y quita el sueño a los demás. La exposición pide y debe ser visitada una y otra vez, casi de un modo religioso. Uno puede acercarse hasta San Telmo y preguntarse acerca de las historias de amor que vivió o que dejó pasar, acerca de nuestros sueños infantiles o de aquello que nos mueve hacia el perdón. En cada visita un poco de los otros, un poco de nosotros mismos. Ongietorri gizartera San Telmo.