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Absuelta tras cinco días de calabozo, dos años de cárcel y un «ongi etorri» a palos

Araitz Amatria acaba de ser absuelta por la Audiencia Nacional española, al igual que Sergio Boada, de la acusación de «colaboración con banda armada». Ambos han tenido que permanecer dos años en prisión preventiva, una situación que el movimiento pro-amnistía calificó de «secuestro». Amatria destaca que ha sobrellevado la situación «con paciencia», pero que es consciente de que han padecido una gran injusticia.
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Martxelo DÍAZ

Araitz Amatria supo hace dos semanas que estaba absuelta, como ya se intuía tras el juico. Pero explica a GARA que no puede hacer una valoración completamente positiva de la sentencia. «¡Es que al final nos hemos pasado dos años en la cárcel!. Parece que, por fin, después de tantos meses ha salido la sentencia y nos han absuelto, pero al final nos hemos dejado dos años y un mes de nuestra vida alli. Y después han pasado cuatro meses de que terminamos el juicio. Hay que tener en cuenta que nuestros abogados pidieron la libertad provisional y se la negaron. Por tanto, tenemos una mezcla de alegría y también de rabia, no podemos olvidar que nos han robado dos años».

En realidad, los abogados formularon su petición hasta cinco veces. Reclamaban su libertad provisional, una demanda que después de la sentencia absolutoria se demuestra que estaba fundamentada plenamente. ¿Cómo se vive eso en prisión? «Desde el momento en que me detuvieron, ya me hice a la idea de que iba a estar en prisión una larga temporada -explica Amatria-, porque conoces a mucha gente que le ha pasado lo mismo y porque estás en Euskal Herria. Desde el primer momento te haces a la idea, aunque sepas claramente que no es justo. No debería ser así, pero te preparas para lo peor», señala la joven iruindarra.

Fue detenida en València, donde cursaba estudios de Informática, en octubre de 2008. Amatria y Boada no fueron finalmente liberados hasta diciembre de 2010. Y ahí no acabó todo. Su llegada a su barrio de Iruñea, Donibane, estuvo marcada por una carga policial contra los vecinos que se habían congregado para recibirles. La intervención policial se produjo, sin previo aviso, cuando el acto estaba a punto de acabar, en la Plaza de la Asunción.

Al menos tres personas tuvieron que ser atendidas en centros hospitalarias y un total de quince resultaron heridas. «Fue como para recordarnos cómo es la situación que vivimos aquí fuera -ironiza la joven-. Por si se nos había olvidado. En Donibane, la situación siempre ha sido complicada, siempre nos han recordado quiénes son los que mandan. Fue como una especie de terapia de choque», relata.

De hecho, la Policía también había cargado en el mismo barrio, en la misma plaza, contra la asamblea que se organizó en Donibane cuando los cuatro jóvenes, vecinos del barrio, fueron detenidos.

«En otro sitio sería un escándalo»

Amatria destaca que su caso no es algo aislado en Euskal Herria, que son muchos los jóvenes que se han tenido que enfrentar a acusaciones similares, sin ninguna prueba para sostenerla. «Nosotros, dentro de lo que cabe y mirando otras cosas y cómo está otra gente, podemos decir que hasta hemos tenido suerte. Pero sigue siendo profundamente injusto. Lo más fuerte puede ser que nos estamos acostumbrando a cualquier cosa, a lo peor. Estamos hablando de algo que en cualquier lugar del mundo sería un escándalo, estamos hablando de que detienen a personas y se pasan dos años en la cárcel sin que haya nada demostrado contra ellas», explica.

El movimiento pro-amnistía denunció en una rueda de prensa en diciembre de 2010, en la que comparecieron unos recién liberados Araitz Amatria y Sergio Boada, que el Estado español «realiza un uso abusivo de la prisión preventiva», una circunstancia que calificó de «sumamente grave» y cuyo origen situaba en «esos espacios de opacidad que se dan en la incomunicación». Y es que Araitz Amatria fue una de tantas personas detenidas en Euskal Herria que denunció haber sido sufrido torturas durante el periodo en que permaneció incomunicada, como se encargó de recordar también el movimiento pro-amnistía tras su absolución.

Pese a la dureza de la experiencia sufrida, la joven subraya que también ha habido ele- mentos para el optimismo en este periplo. «Me gustaría señalar que no todo ha sido negativo en este tiempo, ya que también ha habido cosas positivas. Creo que también hay que recordar lo positivo, que han sido bastantes cosas, especialmente el apoyo de las compañeras y del Colectivo. Cuando estás metida en una situación tan comprometida como ésta, el apoyo de los compañeros es fundamental. Desde el momento en el que entras en la cárcel, hay alguna compañera o compañero y ahí están en todo momento para ayudar y para que vaya todo lo mejor posible. El estar con gente que está en tu misma situación es algo que te ayuda mucho, muchísimo».

¿Y a partir de ahora? ¿Cómo se encara la vida? «Estábamos libres, pero como todavía teníamos la sentencia pendiente no nos podíamos plantear nada de cara al futuro -explica-. Ahora nos han absuelto y a mí se me ha quitado un muro que teníamos enfrente. Ahora veo todo superabierto, vemos que tenemos toda la vida por delante, mucho trabajo y muchas cosas por hacer. Con paciencia, que eso es otra cosa que he aprendido, que hay que tener mucha paciencia», concluye la joven navarra.

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