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Los limacos, como «canarios de la mina» del calentamiento global

Como el canario de las minas que alertaba ante una acumulación de gas, pequeños animales pueden avisarnos ante los posibles efectos inadvertidos del calentamiento global. Es lo que tratan de lograr en la UPV-EHU con los limacos.

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Joseba VIVANCO

Dónde está el que pesa 21 gramos?», busca por la encimera del laboratorio Jesús Mari Txurruka. «Se ha escapado por ahí, pero le he dejado yo, ¿eh?», responde como temiendo la reprimenda su colega en el departamento de Fisiología Animal de la UPV-EHU Merche Ortega. Están anotando el peso de los limacos que hace un par de días recolectaron en la reserva de Urdaibai y que forman parte de un nuevo proyecto en el que se han embarcado estos dos auténticos enamorados de la frenética vida de estos primos directos del caracol y auténticos supervivientes de la evolución.

Investigadores europeos acaban de publicar un estudio que, según afirman, revela cómo, debido al calentamiento global, el número de parásitos del cuco común ha disminuido. Los parásitos requieren sincronía con sus huéspedes, por lo que si el ritmo del huésped cambia con el clima, es posible que algunos parásitos empiecen a desaparecer.

Txurruka y Ortega llevan décadas estudiando la singularidad de los limacos, un animal que puede revelar como pocos cómo esos cambios ambientales influyen en el fenotipo, los rasgos observables de un organismo. «El limaco es de sangre fría, depende de la temperatura de fuera, por eso es más dependiente de los cambios ambientales y por eso puede mostrar bien los indicadores de lo que está pasando», explica este experto. A eso se añade la ventaja de que el limaco, si bien tiene un ciclo de vida que sólo dura un año, puede ser analizado a lo largo de todo ese tiempo, a diferencia de otros estudios con parecidos objetivos en los que lo que se pretende observar es cuándo aparecen las primeras aves migratorias o cuándo comienza la floración de los frutales.

En los años 1994-95, estos investigadores detallaron las características del crecimiento de estos animales que al nacer apenas pesan 10 miligramos y que en diez meses pueden alcanzar 20 gramos; o sea, multiplican su peso por 2.000. «Como si un bebé de tres kilos, en diez meses se convirtiera en un elefante de seis toneladas», compara Txurruka. Pasados 16 años, han pensado que es una buena oportunidad para volver a realizar un estudio similar y comprobar si el calentamiento global del que tanto se habla está modificando en algo sus características o su crecimiento. «Dentro de otros quince años, igual hemos creado escuela y algún enamorado de los limacos vuelve a hacer otro análisis para completar el trabajo», confía.

Hasta 35 datos de cada ejemplar

Una subvención para este 2011 por parte de la propia UPV-EHU posibilitará a ambos investigadores tratar de saber si realmente el calentamiento global está modificando fenotipos como éste. «El sofocante calor del verano de 2003 provocó que en setiembre, cuando los limacos suelen alcanzar su mayor peso, no es que pesaran poco, sino que ni siquiera había limacos. Los erizos que, por ejemplo, comían en otoño esos limacos se quedaron en ayunas», ilustra. Este pasado invierno no ha sido en exceso frío, «por eso nos ha servido también como ejemplo de lo que pueden ser los inviernos de dentro de unos cuantos años», comenta.

Txurruka comenzó a muestrear sobre el terreno el año pasado «para ir adelantando trabajo». La zona conocida como Kanala, en Gautegiz Arteaga, es su banco de pruebas, el mismo que en su anterior estudio. «Aprovecho un terrenito de mi hermano, que allí el perro ya me conoce», cuenta con humor. Capturan cuarenta limacos cada tres semanas. «Claro, tienes que ir a la noche y en días de lluvia. No puedes ir cuando te apetezca», subraya esa particular incomodidad del trabajo de campo.

Los ejemplares recolectados pasan después un día alimentándose a base de lechuga -para equiparar a los que ya estaban comidos con los que iban a comer, cuando fueron cogidos-; después, toca el turno del laboratorio. «De cada limaco obtenemos hasta 35 datos», enfatiza. Entre ellos, su consumo de oxígeno, posibles cambios en el crecimiento de sus órganos, el peso de su materia orgánica una vez incinerados o su composición bioquímica.

«Cuando oímos hablar de cambio climático, pensamos de inmediato en Groenlandia o es las islas del Pacífico, pero también aquí se dice que la primavera comienza ahora antes o que la caída de la hoja en otoño se atrasa. El limaco puede darnos sus propias pistas de si realmente está habiendo cambios», resume Jesús Mari Txurruka. Es la máxima del «pensar en global, actuar en local».

 

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