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Subrayan el papel de los presos en procesos de resolución de conflictos

Robert McBride y Joseph Doherty, ex presos políticos sudafricano e irlandés, están en Euskal Herria para dar a conocer su experiencia en la resolución de los prolongados conflictos que se vivieron en sus respectivos países. Ambos participaron ayer en una charla en Bilbo, en la que destacaron el papel que deben jugar los prisioneros «como líderes de opinión en sus comunidades» y cómo los gobiernos, el británico y el del apartheid sudafricano, lo reconocieron.
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Agustín GOIKOETXEA |

Robert McBride y Joseph Doherty, acompañados del profesor de la Universidad de Belfast Brian Gormally, participaron ayer, en el Paraninfo de la UPV-EHU, en una charla en la que destacaron la importancia de la participación de los presos políticos en los procesos de resolución de conflictos. Fue Gormally quien subrayó que, en todos los casos, los agentes implicados se esfuerzan en manifestar que el suyo es diferente al resto de los conflictos «pero, por encima de las diferencias -precisó-, hay una obligación de las partes en buscar los puntos en común».

Todos resaltaron el papel crucial que jugaron «los combatientes prisioneros», como los definió Doherty, que recobró la libertad en 1998 a raíz del Acuerdo de Viernes Santo y después de que el Ejecutivo británico permitiese el acceso de representantes del movimiento republicano al interior de las prisiones para recabar sus opiniones y propiciar el debate.

Doherty, permaneció en prisión 24 años y en la actualidad forma parte de la red de ex presos republicanos Coiste con 30.000 componentes, a los que tratan de apoyar en todas sus necesidades y mantienen relaciones con colectivos de víctimas de todo signo que generó el conflicto en Irlanda. Otra de sus labores es trabajar en un consorcio que agrupa a todos los ex combatientes, de cualquier organización, que se esfuerza en que no se reproduzcan las causas que dieron lugar a décadas de conflicto violento y a una sociedad segregada.

Si en la actualidad mantienen ese papel vigilante, antes debatieron en el interior de las cárceles británicas, pues el Gobierno de Londrés entendió que «los militantes que estaban en la guerra debían ser parte fundamental en el debate». Doherty se unió al movimiento republicano en la década de los 70, a los 15 años. Rememoró que, mientras el Ejecutivo británico abría las puertas a los dirigentes republicanos para que recabasen la opinión de sus presos y continuaba la lucha armada, en el exterior «grupos de víctimas mostraban su preocupación y presionaban para dar al traste con él».

Robert McBride fue comandante de Umkhonto we Sizwe (La Lanza del Pueblo), el brazo armado del Congreso Nacional Africano (ACN), y desde el fin del régimen racista se ha ocupado de diferentes funciones en el Gobierno sudafricano. En el relato de sus experiencias, incidió en que «sin la libertad de Nelson Mandela y otros combatientes no hubiese habido proceso de paz, ya que eran líderes de su comunidad y sumamente influyentes para poner las bases del mismo, por su credibilidad».

Reconocer las raíces

En la última década, Doherty se ha reunido en innumerables ocasiones con familiares de militares, policías y civiles que murieron a causa del conflicto. «Puede parecer extraño», confesó, pero en esos encuentros «no hemos tratado de dar carpetazo a lo que sucedió, sino de analizar por qué hubo conflicto, y he llegado a entablar amistad con algunas de estas personas». «Con el tiempo, muchos grupos de víctimas han llegado a aceptar que era necesario buscar ese camino hacia el acuerdo», apostilló, subrayando que todo proceso «necesita de un tiempo, también para que nosotros, como combatientes, entendiésemos el dolor que sentían ellas».

Desde Sudáfrica, McBride entiende, le resulta «lógico» el odio generado, pero no que desde su estatus traten de evitar un proceso de resolución. «El resentimiento contra el otro es un lujo en este caso», señaló.

Por su parte, el profesor Brian Gormally añadió que, en Irlanda, se habla de que «las víctimas deben tener voz pero no veto».

Respecto a las sinergias que pueden generarse entre procesos, quien fue comandante de Umkhonto we Sizwe comentó que es «fundamental» intentarlo por alejadas que sean las posiciones de las partes y conscientes de que «todos deberán dejar pelos en la gatera».

«Puede funcionar y hay que poner las bases para el entendimiento», aunque también confesó que hay quien tiene interés en que nada cambie porque se «beneficia» del conflicto, por exacerbado que sea. «Por exacerbadas que sean las diferencias, el punto de encuentro es posible para alcanzar el acuerdo y terminar con el conflicto», puntualizó McBride.

Credibilidad

El ex preso sudafricano Robert McBride destacó el papel de los prisioneros políticos, al ser «líderes de su comunidad y sumamente influyentes para poner las bases» de un proceso. De ahí que el Gobierno británico valorase su importancia.

«Voz pero no veto»

El profesor de la Universidad de Belfast Brian Gormally explicó que la experiencia irlandesa les lleva a afirmar que «las víctimas deben tener voz pero no veto». El sudafricano McBride añadió que «el resentimiento es un lujo».

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