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Cuba afronta un decisivo Congreso del Partido

Después de una larga preparación y de un dilatado debate, este fin de semana arranca en La Habana el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba. Durante tres días los delegados que representan a algo más de medio millón de militantes, junto a invitados especiales de diversos sectores del país, debatirán los lineamientos económicos y sociales que deben fijar la dirección y los objetivos finales de los cambios y transformaciones internas que comenzaron hace dos años.

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José Miguel ARRUGAETA-Joseba MACÍAS

La población cubana en general, sea cual sea su grado de adhesión a la Revolución, va a seguir este encuentro con especial interés buscando claves y mensajes en medio de las decisiones y los discursos que, finalmente, tendrán un impacto directo en su modelo social y, por lo tanto, en sus propias vidas. También el más de millón de nacionales que residen fuera del país por muy diversos motivos, van a estar pendientes de las noticias, reportajes y crónicas que llegarán desde La Habana en estos días intensos. Al fin y al cabo, se trata no sólo del futuro de su país sino al mismo tiempo de un momento con lecturas más familiares y cercanas. Pero el acontecimiento levanta también importantes expectativas en otros ámbitos: numerosas embajadas, por ejemplo, estarán informando a sus respectivos gobiernos, «en vivo y en directo», noticias e interpretaciones en torno a los acontecimientos. No es extraño. En el agresivo e incierto panorama internacional, el simbolismo que Cuba ha adquirido a través de los años por valor propio, no es un tema menor para Estados Unidos o para la Unión Europea pero tampoco, y es importante recordarlo, para una América Latina que protagoniza sus propias y complejas transformaciones sociales, económicas y políticas. Quizás, completando el cuadro de atenciones, solo falta citar a una izquierda internacional que estará también atenta a lo que se debata en estos días en La Habana.

2011 comenzó con un tono más bien continuista y previsible en el contexto de la crisis mundial, pero a estas alturas todo parece indicar que estamos ante un «año inolvidable»: desastres naturales y nucleares, profundización de las carencias energéticas, mantenimiento de diversos frentes bélicos, estallidos sociales en el mundo árabe... Una realidad mundial ante la que la revolución cubana se mueve con manifiesta cautela, sin por ello renunciar hasta el momento a decir lo que piensa y a denunciar el atropello de las grandes potencias occidentales en un momento que resulta al mismo tiempo decisivo para su supervivencia y renovación.

El Gobierno cubano parece haber trabajado con aplicación y orden en lo que se refiere a reducir al máximo tensiones y presiones externas. La excarcelación de un largo listado de presos, certificado por la Iglesia católica, reduce las excusas a su mínima expresión. Por otra parte, la reciente visita del ex presidente norteamericano Jimmy Carter, ha colocado el espinoso tema de las relaciones Estados Unidos-Cuba en el tejado de cristal de la actual Administración norteamericana. A Barack Obama y a Hillary Clinton, de manera personal, les corresponde ahora dar alguna respuesta, sin olvidar que la reciente absolución del conocido «terrorista» contrarrevolucionario Luis Posada Carriles por un tribunal de Texas, por cargos menores («falso testimonio en inmigración»), deja a la Administración estadounidense en una situación manifiestamente incómoda. Si una primera lectura apunta a certificar que nada que tenga que ver con Cuba puede ser tratado por el momento con cierta objetividad en Estados Unidos, la reacción del Gobierno cubano, por su parte, ha sido la de responsabilizar directamente a las autoridades de Washington de la impunidad en que se siguen moviendo estos grupos y personas con un largo historial de violencia y «terrorismo» internacional.

La calle como mercado

A dos meses de la nueva legislación sobre trabajadores autónomos y pequeñas empresas, conocido en Cuba como trabajo «por cuenta propia», La Habana, al igual que otras ciudades del país, ha ido adquiriendo el aspecto de un particular «zoco caribeño» con toldos y pequeños puestos de venta, en muchos casos efímeros, que ocupan portales y esquinas por calles y avenidas y en donde la oferta es prácticamente la misma: comida ligera, quincalla, discos y dvds, artesanía, ropa, objetos religiosos... Aún son muy poco visibles los oficios, talleres o actividades que tengan su base en la producción y no en la comercialización indirecta de bienes de consumo. Todo parece indicar que todavía tiene que pasar un tiempo antes de que termine esta fiebre de «comercio callejero» para pasar al de las tiendas estables o al de las pequeñas empresas de producción y servicios.

En cambio, otras medidas relacionadas directamente con el aumento de la producción y las finanzas, como pueden ser la repartición, en arriendo, de tierras agrícolas ociosas, comienza ya a dar sus primeros resultados positivos: en los mercados agropecuarios ha aumentado de manera sustancial la oferta de frutas, verduras y diversas carnes. También se puede valorar como muy positiva la reciente decisión del Banco Nacional de eliminar el cobro del 8% en el cambio de divisas. Medidas, en definitiva, que van mostrando cómo pueden ir las cosas en un futuro no muy lejano. Ésa es, al menos, la intención del Gobierno de Raúl Castro.

Los periodistas acreditados en La Habana y enviados especiales rastrean estos días previos al Congreso posibles noticias y anuncios, a la búsqueda de titulares llamativos: la autorización de la compra-venta de viviendas y de coches, la eliminación de trámites migratorios para viajar... Las opiniones a pie de calle muestran una prudencia socializada. Muchas voces coinciden en que el Congreso, efectivamente, adoptará un plan de cambios sociales y económicos de envergadura, pero prefieren esperar a ver el tono de los debates y las correcciones que se hagan finalmente al proyecto de lineamientos inicialmente debatido a nivel nacional.

Los cubanos no parecen esperar anuncios espectaculares sino más bien la creación de un ambiente político propicio y adecuado para el desarrollo de un proceso de reformas amplio, en lo que se refiere a la economía y a la descentralización administrativa. La importante reunión política parece estar exclusivamente centrada en sus contenidos y casi nadie comenta sobre posibles cambios de personas en las altas esferas del Partido Comunista o de la Administración, aunque ésta sea también una variable a tener muy en cuenta.

Otra cuestión importante en cuanto terminen estos días de Congreso, será sin duda comprobar el ritmo y los modos en que se proceda a adecuar la legalidad para la aplicación de las decisiones que se aprueben en esta importante cita. Si bien muchas de las nuevas medidas adoptadas seguramente pueden tomar forma de decreto ley o de eliminación de regulaciones administrativa, iniciativas ambas en manos del poder ejecutivo, hay otras que por su alta significación, tendrán que traducirse en leyes en la Asamblea Nacional mediante un procedimiento legislativo más largo y complejo.

Mientras tanto, durante estas semanas previas a la cita partidista la televisión cubana ha venido ofreciendo diversos espacios informativos bajo el epígrafe «Las Razones de Cuba», en donde se han dado a conocer las nuevas modalidades de trabajo subversivo que vienen desarrollando las agencias de inteligencia de Estados Unidos en la isla en los últimos años: «periodismo independiente», «trabajo en medios culturales», «ciberguerra», «creación de ONG específicas», «formación de líderes para una transición de colores»... Aspectos todos ellos monitoreados y seguidos muy de cerca por la Seguridad del Estado cubana mediante la utilización de agentes infiltrados. Imágenes y análisis que parecen querer servir de recordatorio a la población de que la agresión y el acoso externo adquiere nuevas caras y discursos pero con un objetivo permanente: destruir la revolución cubana desde dentro y atentar al mismo tiempo contra la independencia y la soberanía del país.

La reunión de la máxima instancia del PCC coincide de manera intencionada y simbólica con el 50 aniversario de la aplastante derrota de la invasión de Playa Girón o Bahía de Cochinos, fecha en que se declaró el carácter socialista de la Revolución. Hoy mismo está previsto un importante desfile militar. En los dos últimos fines de semana, columnas de vehículos blindados, piezas de artillería de todo tipo y unidades militares perfectamente armadas y disciplinadas, han estado ensayando en los aledaños de la emblemática Plaza de la Revolución, mientras que escuadrillas de helicópteros de combate y aviones caza surcaban el cielo del centro político y administrativo de la ciudad. Las calles 23, Paseo, y Zapata han mostrado estos soleados y calurosos días un extraño ambiente bélico, en medio de la curiosidad de muchos capitalinos que han podido observar por adelantado una muestra de la fuerza militar de su Ejército.

Esta «exhibición de músculo» por parte de la Revolución, además de la celebración de un hecho histórico trascendental en el proceso puesto en marcha en 1959, se puede interpretar también como un oportuno recordatorio de que la Habana no es Trípoli ni se le parece, y que si bien el momento es de debates políticos y de toma de decisiones, la Revolución mantiene la firme voluntad de defenderse de todo tipo de agresiones.

En definitiva, la capital cubana abre sus puertas en estos días a una reunión trascendental para el presente y el futuro cercano de este país caribeño y de su proceso político. Mientras, en diferentes partes del mundo, y por diversas razones, se seguirá con detalle y atención todo lo que en estas jornadas se reporte desde La Habana, no cabe duda de que el centro neurálgico de la atención y el interés estará entre los propios ciudadanos cubanos y cubanas. Ellos serán los que deban traducir con claridad y lucidez los mensajes, debates y decisiones finales que se emitan desde este Congreso histórico, que va a abrir una nueva etapa en una Revolución que trata de reinventarse a sí misma.

Piden justicia a Obama tras la absolución de posada carriles

El Comité de Familiares de las Víctimas de la voladura de un avión cubano en Barbados ha reclamado a la Administración Obama justicia y la extradición del anticastrista Luis Posada Carriles, tras su absolución por un tribunal en un juicio celebrado en El Paso.

En una carta dirigida a Barack Obama, el Comité insistió en que «si EEUU no tienen la voluntad de encausar a Posada Carriles como el terrorista que es, debe permitir su extradición a Venezuela, país al que le asiste el derecho de procesarlo en su condición de prófugo de la justicia».

Posada Carriles, de 83 años, fue declarado inocente de los once cargos de perjurio, fraude y obstrucción de procedimiento, según el veredicto final del jurado tras un proceso que duró trece semanas. El cubano-venezolano estaba acusado de mentir en su solicitud de asilo político y ciudadanía estadounidense. El jurado le absolvió de perjurio, cargo que la Fiscalía le imputó por negar su participación en los atentados contra establecimientos turísticos en Cuba. GARA

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