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Liga ASOBAL

No se puede luchar más

El Arrate hizo todo lo que pudo, y con ese espíritu cabe confiar en que logre asegurarse la permanencia.

ARRATE 23

CAI ARAGÓN 31

J.C. ELORZA

El Arrate vive momentos difíciles, pero en la cancha y fuera de ella se esfuerza lo indecible por salir adelante. La plantilla comparecía por la mañana para pedir apoyo a la sociedad eibarresa -y guipuzcoana, y vasca, habría que añadir-, y por la noche se dejaba la piel en el campo apenas 300 metros más allá, frente a un rival superior en el plano deportivo, pero que debió reconocer que, mientras les duraron las fuerzas, el Arrate le hizo sentir su aliento en el cogote.

En los primeros minutos ambos equipos se mostraron fallones, pero Voncina aportó sus paradas para que el Arrate pudiera desarrollar su juego de ataque. Le costaba, porque la diferencia física era notable, pero el equipo luchaba por cada balón, y pese a los errores no cejaba en su empeño. El público lo entendió así, y no dejó de animar a sus jugadores, que pelearon de tú a tú durante toda la primera mitad.

La segunda parte empezó con un rosario de exclusiones, y el Arrate se llevó la peor parte. Las sanciones a Bjelanski, Petricevic, Tokic, y el propio entrenador Julián Ruiz, en apenas siete minutos (por el CAI sólo era excluído Stojanovic) mostraban el intento del Arrate de ser más agresivo para poder mantener la pugna, el cansancio de sus jugadores, cierta injusticia arbitral, y la frustración al ver que el partido se estaba escapando.

No podía ser de otra forma. A los jugadores del Arrate les iba pesando el esfuerzo de una lucha desigual, los choques, la falta de relevo, su inferioridad física frente a la abundancia del banquillo aragonés... y pese a todo seguían luchando con rabia.

Julián Ruiz, que ya había utilizado a Larrañaga en defensa durante la primera mitad para dar oxígeno a su primera línea, ponía a jugar a Telletxea y Garetxana, dejando ver que este club puede vivir un presente complicado, pero sigue teniendo futuro.

Telletxea tuvo un par de momentos brillantes y se movió con desparpajo. Garetxana disfrutaba de varias ocasiones de remate que frustraba Hernández. Pero ningún albiazul bajaba los brazos, siendo Kurilenko la mejor expresión de la tozudez local. El partido iba a acabar en derrota, pero el Arrate, su espíritu, no iba a ser derrotado.

Voncina, tras un buen trabajo, dejaba su sitio a Moyua, que también hizo un par de paradas meritorias. El público agradecía el esfuerzo de sus jugadores, y se despedía de ellos imaginando que pronto puede haber algún partido más decisivo que el de ayer en Ipurua, y convencido de que el equipo no piensa dejar de luchar. Con el apoyo de sus seguidores, la permanencia es posible. Y sería toda una proeza.

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