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Jon Odriozola Periodista

Nacionalismo espa�ol (II)

El concepto de Espa�a como sustancia con independencia ontol�gica se fragu� en el siglo XIX para dar soporte de soberan�a pol�tica al proceso de organizaci�n de un Estado liberal homogeneizado

No hay que enga�arse: lo estricta y genuinamente �espa�ol� es lo castellano (como pudo haber sido lo astur-leon�s). Pero no pod�a decirse lo �galaico-castellano� o lo �vascongado-castellano� y menos lo �castellano-castellano�, pero s� lo gallego-espa�ol, lo vasco-espa�ol y lo espa�ol por antonomasia: lo castellano. Todo es espa�ol, un t�rmino, por cierto,que si a Am�rico Castro hacemos caso, ni siquiera es �espa�ol�, sino de origen provenzal.

En t�rminos ling��sticos, no se hablar�a el �vasco-castellano�, sino el espa�ol sin m�s, igual que en el R�o de la Plata no se habla �argentino�, sino �espa�ol�. O en M�xico (pron�nciese la x como jota).

Todav�a se repite la mixtificaci�n de que los Reyes Cat�licos unieron �Espa�a� cuando, en realidad, s�lo casaron dos reinos, pero sobre todo conquistaron otros dos: el navarro y el granadino-nazar�. O que la expulsi�n de jud�os y moriscos se justificaba en aras de esa �unidad religiosa tan necesaria -nos dice P�rez Garz�n- para afianzar la unidad pol�tica�.

Ni exist�a �Espa�a� ni mucho menos la �naci�n espa�ola�. Como tampoco exist�a la naci�n vasca o la catalana.

El concepto de Espa�a como sustancia con independencia ontol�gica se fragu� en el siglo XIX para dar soporte de soberan�a pol�tica al proceso de organizaci�n de un Estado liberal homogeneizado y codificado de una naci�n de ciudadanos propietarios (o sea, la inmensa minor�a) y de un mercado para el despliegue de las formas capitalistas. Fuesen republicanos, progresistas, doctrinarios o tradicionalistas, superpusieron la �naci�n cultural� a la pol�tica desde una perspectiva esencialista de Espa�a que, al devenir en sustancia, permit�a retroproyectar el presente hacia remotos siglos del pasado. Por ejemplo, Isidoro de Hispalis es San Isidoro de Sevilla, de godo a espa�ol. Y para Men�ndez Pidal, �historiador nacional�. A partir de la consolidaci�n de la revoluci�n liberal se hizo realidad un nuevo modo de escribir e interpretar el pasado.

Los historiadores lograron reforzar la idea de continuidad hist�rica desde los primitivos pobladores prehist�ricos de la pen�nsula hasta el Estado liberal, y as� extendieron la denominaci�n de �espa�oles� a los pueblos de la antig�edad peninsular (el Jabato ser�a �bero a fuer de protoespa�ol, en fin...). Y todos los historiadores se reclamaban �objetivos�.

Al pueblo espa�ol se le dotaba de ingredientes perennes y se le defin�a con car�cter inmutable desde la �ptica del romanticismo historicista. Bajo este prisma, claro es, no puede extra�ar que las dinast�as musulmanas de ocho siglos de historia no dejaran de ser el par�ntesis de esos �otros� -los �rabes- que invadieron �lo espa�ol�. O sea, desde Viriato hasta Daoiz y Velarde pasando por el Cid, Fernando el Santo, Guzm�n el Bueno o Hern�n Cort�s como encarnaciones y arquetipos del car�cter espa�ol.

Hoy los proeles son San Ra�l Gonz�lez y Sergio Ramos, m�stiles y faros de �la Roja� esa.

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