La confirmación de una tendencia preocupante
La fuerte subida experimentada por el partido Verdaderos Finlandeses en las elecciones del domingo no sólo complica la formación del nuevo Gobierno en Helsinki, sino que supone también la confirmación de una preocupante tendencia que se ha instalado en el conjunto de Europa. Y es que el discurso populista que ha aupado a la formación de Timo Soini es el mismo que ha ido calando en otros países, hasta el punto de que fuerzas hasta ahora muy minoritarias, con algunas excepciones, han empezado a disputar la supremacía electoral a partidos mucho más consolidados.
Soini ha demostrado que, en un contexto de crisis económica como el actual, mensajes de trazo grueso y escaso recorrido argumental, fundamentados sobre todo en la confrontación entre las «diferentes Europas» que conviven en el seno de la UE, pueden penetrar en sociedades bien educadas e históricamente lejanas a movimientos políticos como el que él representa. Unos mensajes, por otra parte, alimentados desde algunos medios de comunicación empeñados en trasladar a la opinión pública análisis demagógicos -¿quién inventó el término PIGS?- sobre la realidad europea.
Algunas de las ideas fuerza del partido de Soini, como el «rescate» de Portugal, sin duda están en la mente de muchos ciudadanos europeos, y ha sabido orientar ese estado de opinión hacia sus posiciones. En este sentido, los resultados de Finlandia son también un claro ejemplo de las dificultades que tiene la izquierda europea para articular un discurso propio, alternativo al de la derecha y que sea mayoritariamente compartido por la sociedad. La izquierda debe criticar la forma en la que las instituciones europeas están abordando la crisis, los recortes sociales y ajustes presupuestarios, los rescates que más bien parecen chantajes, incluso la propia idea que subyace detrás de la UE. Y debe hacer partícipe de esa crítica a la sociedad, a la que debe presentar alternativas reales. Para que esa sociedad no caiga otra vez en brazos del populismo más extremo.