Maite SOROA | msoroa@gara.net
No perdonan ni al mismo Rajoy
Parece que las cosas se empiezan a mover en la buena dirección. Y para muestra, el nervosismo desatado de los elementos más cerriles de la derechona de toda la vida. Más que nerviosismo, podríamos hablar de histeria.
Ayer, en «Libertad Digital», Agapito Maestre, empezaba pisando fuerte: «Zapatero siempre ha utilizado el terrorismo de ETA para mantenerse en el poder. Lo seguirá haciendo para que los de su partido sigan mandando en el trozo más grande de España». Un poquito exagerado, ¿verdad?
Agapito lo tiene muy claro y por eso protesta: «ETA está retirándose, sencillamente porque ha conseguido la mayoría de sus objetivos culturales y políticos, aunque por si acaso se reserva el `derecho' de ametrallar a quien se le ponga en gana. Y a tiro. Es el único precepto de carácter universal que podemos extraer de una historia terrorífica: los de ETA seguirán matando, con el plácet de los nacionalistas, hasta independizarse totalmente de España». El alcalde de Móstoles hizo una proclama parecida cuando Napoleón sacó a Fernando VII de Madrid.
Pero el columnista no se arredra y busca enemigos por doquier: «Muchos son los actores que han participado en ese inmoral proceso. En primer lugar, hay que citar a la famosa `justicia'. Naturalmente, desde hace décadas, el sistema judicial y penitenciario tiene asumido que sus funciones represivas son contingentes. Nada tiene que ver la justicia española con la universalidad moral de la ley». O sea que hasta la Audiencia Nacional es cómplice de ETA. Ya ven como empiezan a desbarrar.
Y no se crean que se salva la propia derechona: «Rajoy, tercer actor de la gran ocultación, cambalachea con Zapatero para ocultar lo inocultable: los terroristas ganan todos los días alguna batalla al escuálido Estado de Derecho». El tío está atacado de los nervios. Y concluye con la traca final: «prepárense para lo peor: Eusko Alkatasuna y Bildu pegarán sus carteles en las próximas elecciones. López y Basaigoiti ya han blanqueado las paredes sobre las que colgarán su nauseabunda propaganda». No se escandalicen. Lo que pasa es que a algunos las elecciones nunca les han gustado. Ellos son de la «democracia orgánica».