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Iñaki Uriarte Arquitecto

La brutalidad cultural de la Diputación de Bizkaia

A la Diputación jamás le ha preocupado el patrimonio arquitectónico del territorio, sus intereses no se corresponden con los de la población

La Orden de 28 de marzo de 2011 de la Consejería de Cultura de Eusko Jaurlaritza por la que se inscribe en el Inventario General del Patrimonio Cultural Vasco, después del período de alegaciones, la Colonia Infantil de Sukarrieta como Conjunto Monumental, posee otras lecturas que es imprescindible analizar. Significa en la práctica cultural, realidad social y evidencia política el rotundo fracaso de las especulativas intenciones urbanísticas, disfrazadas de actividad socio cultural, con un pretendido museo americanizado, de la Diputación de Bizkaia, y en especial la derrota y descrédito total de su diputada de Cultura, Josune Ariztondo.

Esta persona, impuesta por la dirección del PNV, representa la continuidad de una nefasta plaga de (ir)responsables antecesoras en este departamento, Belen Greaves y Ana Madariaga, y que incluso después de su lamentable gestión son trasladadas a cargos de más relevancia.

La citada resolución junto con un indisimulable instinto básico destructor de la diputada, siguiendo las órdenes del partido, debería ser inexcusable motivo para dimitir y, en su defecto, las Juntas Generales tendrían que aprobar alguna moción similar, a pesar de que la legislatura finalice. Es sintomático de la pandemia instalada hace años en esta institución, por lo que es precisa una depuración de puestos de confianza y algunos técnicos dóciles sometidos a la disciplina del salario. Esta Diputación es quizá la institución administrativa más brutal en asuntos del patrimonio monumental, exceptuando periodos bélicos, que existe en Europa.

Debe quedar constancia pública de este periodo de violencia cultural de la que somos víctimas. Por intervenciones activas o pasivas son de su responsabilidad, entre otros, los recientes atentados, perdidas y peligros de elementos catalogados de enorme relevancia cultural como: Mercado de la Ribera, Alhóndiga y plaza Arriquibar, desaparición del edificio Besga Astoreca, en María Diaz de Haro 3 para Archivo Nacional Histórico Vasco, Galería de Punta Begoña y oficinas de Harino Panadera en Getxo, banalización del Puente Bizkaia, la casa de la Arboleda, el chalet de Orconera, el cargadero de Muskiz, etc.

Esta eminencia cultural entregó 12.000 euros al mercenario arquitecto catalán Josep Mª Montaner i Martorell para que redactara un informe denigratorio sobre la Colonia de Sukarrieta, paradigma de la arquitectura neovasca y la figura de su autor, el notable arquitecto vasco Ricardo de Bastida (1879-1953) con el miserable objetivo de que despreciando el conjunto, la sociedad, que no es ignorante e insensible como presuntuosamente pretendía, aceptara su derribo para colocar un Guantánamo museístico y una reserva de bio-diversión alrededor.

La nota enrabiada de respuesta del Departamento de Cultura, titulada «La `protección' aprobada por el Gobierno Vasco a las colonias de Sukarrieta está viciada en origen por incumplimiento de legalidad», finaliza con esta demencial proclamación: «Ante esta situación de claro incumplimiento de la legalidad, en materia de patrimonio cultural, la Diputación Foral de Bizkaia velará por los intereses de los vizcaínos y las vizcaínas y adoptará las medidas que considere oportunas». Supone una despreciable bajeza cultural reveladora de un cinismo y sinvergüencería política. Una institución que denigra porque se otorgue la máxima protección a uno sus conjuntos arquitectónicos y urbanísticos más notable, denota que la aberración y barbarie encuentran acomodo.

A la Diputación jamás le ha preocupado el patrimonio arquitectónico del territorio, sus intereses no se corresponden con los de la población, se ha doblegado reiteradamente al servicio de la especulación.

Hay que considerar que el diputado general tiene como asesora en «asuntos culturales» a la anterior diputada de Cultura Belén Graves, tan nefasta como la actual, con despacho de secretaria del EBB. ¿Cómo es posible que una acreditada calamidad cultural que ha demostrado reiteradamente su incapacidad para estos menesteres tenga un salario bruto de 80.00 euros a costa del dinero público? Un escarnio, escándalo y estafa. ¿Existe oposición en las Juntas? La sociedad, ¿cómo admite estas malversaciones, por no llamarlos robos de sus fondos?

Asimismo, es preciso relatar lo sucedido el 16 de febrero con la escultura «Monument Aux Martyrs d´Oradour» cedida por la viuda del autor, el escultor catalán Apel.les Fenosa (1899-1988) de acuerdo a su voluntad de que como homenaje a los asesinados por la matanza de los nazis en dicha población francesa en 1944, estuviera en la villa bombardeada de Gernika.

Un lugar que, aunque situado en Bizkaia, tiene un rango nacional y una dimensión universalmente reconocida. Por tanto la donación era para el municipio, no para que se apropiara de la escultura la Diputación en un acto de rapiña llevándola a Europako Herrialdeetako Parkea de propiedad foral. Y en ese reconocimiento a Gernika está implícito el de otras tantas villas masacradas como Otxandio, Durango, Elgeta, Eibar, etc.

Precisamente el documental «Gernika-Bizkaia 1937-2012: 75 años recordando», que se está rodando actualmente sobre los bombardeos del fascismo español, patrocinado por esta Diputación, limitándolos a Bizkaia, es una incongruencia más al reducir hechos trascendentales en la historia de Euskal Herria a una visión restringida, provincialista, para fomentar el foralismo, igual que hace el PP, de esta extirpe de bizkaitarras españolistas que traicionaron a Ibarretxe, y así sucedió lo que padecemos. Esta gente que manipula los signos de identidad arquitectónicos más significativos constituye un severo peligro cultural para nuestro país.

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