Concluido el plazo para registrar las candidaturas, comienza la fase, no por habitual menos denunciable, en la que una por una van a ser escrutadas hasta el más mínimo detalle las identidades de todas las personas que integran las planchas de una opción política determinada. En este caso, las de Bildu. Una labor a la que se van a dedicar durante días, no sólo policías y fiscales, sino también periodistas que, al parecer, se encuentran muy cómodos en labores de persecución y señalamiento ideológico.

Para varios diarios una de las principales noticias de esta precampaña era ayer que un conocido periodista -compañero de GARA, locutor de Info7 y ex redactor jefe de «Egin»- encabeza una candidatura a Juntas Generales de Gipuzkoa, y se ofrecían esos detalles con evidente ánimo incriminatorio, hasta el punto de tacharlo directamente en algún medio como «contaminado». Lo mismo puede decirse sobre un candidato que ha sido señalado por haber defendido como abogado a una agrupación electoral hace unos años y mantener una posición activa en defensa de los derechos civiles. A otra candidata se le apunta como «hermana de un preso de ETA», y hasta se aviva el pasado recordando que una persona que integra la lista de Bildu en Bilbo, es sobrina del militante de ETA Txabi Etxebarrieta, muerto por la Guardia Civil hace 43 años, lo que a su entender le incapacita a ella para ser elegible.

Determinados medios hace tiempo que traspasaron el umbral del disparate en su alocada carrera de persecución del independentismo, lanzando acusaciones que ni la Policía ni la Fiscalía ni al Abogacía puede utilizar en los tribunales por su inconsistencia, pero que sirven para calentar el ambiente. Algunos lo harán por creer que así hacen un servicio al Estado que mantiene proscrita a una parte creciente de la sociedad vasca, y otros simplemente para buscar ventas. Pero los unos y los otros están actuando como los guardias de un campo de concentración en vísperas de la liberación.