CRíTICA cine
«Caperucita roja»
Mikel INSAUSTI
Las peores previsiones que se cernían en torno a la “Caperucita roja” de Catherine Hardwicke se cumplen de manera inexorable, por tratarse de un producto concebido dentro del tipo de cine de consumo asociado al «fantástico juvenil». La realizadora de “Crespúsculo” no disimula sus intenciones de prorrogar el éxito conseguido con el inicio de la saga basada en los libros de Stephenie Meyer, trasladando idéntico esquema al clásico de la literatura infantil, no a partir de la versión de Perrault o los hermanos Grimm, sino de las que ya lo hicieron derivar hacia el cine de terror sobre hombres-lobo, con Neil Jordan y su “En compañía de lobos” como principal referencia. Sin embargo, la incapacidad para abordar abiertamente la incorporación al cuento del mito de la licantropía es manifiesta, por culpa de las limitaciones en contenidos explícitos que impone la clasificación por edades. Por la misma razón Amanda Seyfried hace una caracterización timorata del personaje, completamente alejada del talante perverso y actualizador que una adolescente Reese Witherspoon asumió a las órdenes de Matthew Bright en “Freeway”.
La única aportación personal de Catherine Hardwicke a “Caperucita roja” es la decorativa, ya que toda la puesta en escena es muy teatral, con fondos de nieve artificial sobre los que se levantan bosques de cielos crepusculares y una arquitectura rural que se pretende gótica, aunque resulta más propia del universo Disney. De nuevo, las interpretaciones son de función escolar, dada la falta de formación en un reparto novel que ha superado el casting por su físico y no por su talento. Pero es que los chicos escogidos tampoco disponen de ningún carisma especial, así que no funcionan ni de cara al fenómeno «fan». Para compensar tanta inexperiencia se ha contado con un par de veteranos de renombre como Gary Oldman y Julie Christie, que pasaban por ahí, y a los que se suma el cada vez más olvidado Lukas Haas, perdido entre los muchos secundarios de la trama folletinesca.