Libia necesita una solución dialogada y pacífica, pero ninguno de los actores parece buscarla
La muerte de al menos once civiles a causa de bombardeos de aviones de la OTAN al sur Trípoli, noticia desmentida de forma poco convincente por la organización atlántica, y el fallecimiento de los reporteros gráficos Chris Hondros, de Estados Unidos, y Tim Hetherington, británico, son las penúltimas tragedias conocidas en un conflicto que demanda de forma urgente una solución dialogada y pacífica pero que se enfrenta a la actitud beligerante de todas las partes. Entre ellas, los países occidentales que han decidido tomar parte de la peor forma posible.
No es la primera vez que se informa de la muerte de civiles por los bombardeos de los aliados, y la muerte de periodistas en conflictos armados es un hecho que se repite con insoportable cadencia. No hay que olvidar, además, que hay varios periodistas que han sufrido y aún sufren los desmanes de esta guerra, como el colaborador de GARA Manu Bravo. En este sentido, resultan más constructivos los llamamientos de países como Rusia pidiendo que la OTAN no asuma un papel que no le corresponde, que las palabras del secretario general de la ONU centrado en interpelar a sólo una de las partes.