Parecía que ya nunca se iba a estrenar «El amor y otras cosas imposibles», pero al final llega a nuestras pantallas con dos años de retraso, gracias a que está protagonizada por Natalie Portman. Su sola presencia justifica el renacido interés por la película, habida cuenta del Óscar logrado recientemente con su actuación en «Cisne negro». Y sus seguidores se van a sorprender, porque la Portman hace un papel diferente en este melodrama de Don Roos con toques de comedia familiar.

Y de ahí vinieron justamente los problemas de «El amor y otras cosas imposibles», que fue mal recibida en el Festival de Toronto debido a que no se entendía muy bien la tirante relación entre la protagonista y el niño al que debe ganarse como su nueva madre. El distanciamiento y la ironía que se mostraban en aquel primer montaje, adaptado de la polémica novela de Ayelet Waldman, procedía de las particulares ideas de la autora sobre la maternidad, respecto a la que siempre se ha mostrado muy crítica, basándose en su propia experiencia como madre de cuatro hijos.

Ayelet Waldman, casada con el novelista Michael Chabon, es conocida por su desmitificación constante del rol materno, según ella sobrevalorado para mal. Las mujeres están sometidas a una presión mayor en la sociedad moderna por culpa de su capacidad para ser madres, en cuanto que se exigen a ellas mismas la responsabilidad de la educación de los hijos, con el consiguiente miedo a reconocer públicamente el fracaso en esa ingrata tarea.

Está muy mal visto que una madre no quiera o no demuestre un especial cariño por sus retoños, aunque, como en el caso de «El amor y otras cosas imposibles», se trate del hijo que aporta el marido de un anterior matrimonio.

Otro aspecto controvertido de las teorías de Ayelet Waldman es el de la rivalidad entre madres. Lisa Kudrow, musa del cine de Don Roos y protagonista de su actual serie televisiva «Web Therapy», encarna a la gran rival de Natalie Portman.

Como madre biológica del niño, trata de influir en éste para que no acepte a la nueva mujer de su ex-marido. Todo viene de que el personaje de la Portman comenzó la relación con su jefe en el despacho de abogados estando todavía casado, algo que la otra no está dispuesta a perdonar.

La frialdad o insensibilidad entre la protagonista y su hijastro se verá influida también por un hecho trágico, ya que el nuevo matrimonio pierde, nada más nacer, al bebé que habían tenido juntos. A pesar de todo, no faltan las situaciones humorísticas, dentro de un acercamiento que se irá dando poco a poco, hasta romper el gran abismo inicial entre madre e hijo.

Dicen que el primer montaje de «El amor y otras cosas imposibles» era más de comedia, y los cambios vinieron después de la poco exitosa presentación en Toronto. En la versión comercial que nos llega ahora priman más los elementos melodramáticos, pese a que no estaban muy desarrollados en el plan de rodaje. Este es un problema que se da en muchas producciones que se atascan en la sala de montaje y que de tanto ser remontadas acaban perdiendo su personalidad.

A la vista de las pobres recaudaciones obtenidas hasta ahora por la película, queda de manifiesto que la tijera no suele ser la mejor solución para ganarse al público. Sólo la mayor popularidad alcanzada por la estelar Natalie Portman puede conceder una justa segunda oportunidad a un producto que se la merece. La actriz se implicó desde el principio es esta producción independiente, respaldándola a través de su compañía Handsomecharlie Films. Fue ella la que la salvó de haber quedado definitivamente en el limbo, tras un primer intento fallido de levantarla con el protagonismo de la venida a menos Jennifer López. El productor Marc Platt creía tanto en sus posibilidades que había comprado los derechos del libro de Ayelet Waldman antes de su publicación, sin adivinar entonces que las cosas se le iban a complicar tanto a lo largado de los siguientes años.