Yahia Bouhobeini | Presidente de la Media Luna Roja saharaui
«Los refugiados saharauis no disponen del mínimo vital»
Los refugiados saharauis son los grandes olvidados de un conflicto olvidado, Yahia Bouhobeini destaca que el descenso de la ayuda humanitaria que reciben, escasa de por sí, puede tener consecuencias dramáticas para esta población que reclama volver a sus hogares en una patria liberada.
Martxelo DÍAZ | IRUÑEA
El presidente de la Media Luna Roja saharaui, Yahia Bouhobeini, ha visitado recientemente Euskal Herria, donde ha podido mantener contactos con instituciones, partidos y otros agentes navarros para exponerle la dramática situación que viven los refugiados saharauis, que ha empeorado notablemente en los últimos años.
¿Cuál es el objetivo de su visita a Nafarroa?
El objetivo de esta visita es sensibilizar a las autoridades, a la sociedad civil, a los partidos, a las ONG... sobre lo que está pasando en Sahara en general, pero especialmente desde el punto de visto humanitario en los campos de refugiados.
A la hora de hablar del pueblo saharaui, lamentablemente hay que volver a repetir que es un pueblo olvidado.
Efectivamente, ahora nuestra preocupación es que todas las crisis naturales que están pasando en el mundo y las reivindicaciones legítimas en Medio Oriente y el Norte de África ocupen toda la atención de la comunidad internacional en lo que se refiere a la ayuda humanitaria. Tenemos miedo de que todo esto tenga un impacto negativo en nosotros, que vivimos una crisis ordinaria desde hace 37 años. Los medios de información se centran en Pakistán, Afganistán, Darfur, Irak, Chile, ahora Japón, Libia... Pero hay pocas informaciones sobre la tragedia humanitaria que vive el pueblo saharaui. La nuestra es la crisis humanitaria más larga, si exceptuamos la de Palestina, y tenemos los únicos campos de refugiados en un desierto. La temperatura en verano llega a los 50 grados en la sombra y los vientos son terribles.
Otra característica de estos refugiados, que son de carácter político y forman parte de la lucha por la independencia del Sahara Occidental, es que están muy organizados. En 37 años no ha habido ni agresiones ni violencia hacia los extranjeros, aunque cada año recibimos de 7.000 a 10.000 visitantes. Hay un acceso libre a los campamentos día y noche, porque no hace falta tener ningún tipo de escolta ni de seguridad. Es muy fácil contactar con las familias y las personas que viven en los campos, las mujeres juegan un papel importantísimo y significativo en la gestión de los campos.
Pero, por otra parte, tenemos retrasos enormes en la distribución de la ayuda humanitaria de la ONU y la comunidad internacional, que es insuficiente y no cubre las mínimas necesidades. Como Media Luna Roja, con otras agencias, cada día de cada mes tenemos que repartir una cuota mínima de alimentación a cada familia de los campamentos. Pero en marzo, sólo hemos podido garantizar entre el 30% y el 35% de esta cuota. Esperamos cumplir próximamente con este compromiso. No es el primer mes en que sucede esto. En febrero sucedió algo similar. No tenemos ningún stock ni reserva. El Programa Mundial de Alimentos [de la ONU] necesita 97 días para hacer llegar la ayuda al puerto de Orán, que está a 1.500 kilómetros de los campos de Tinduf. Además, se necesitan varios días en el puerto para hacer las gestiones administrativas y de transporte. Por tanto, nos encontramos con que son necesarios al menos cuatro meses para hacer llegar la ayuda humanitaria a los campos de refugiados saharauis. Esto requiere buscar nuevas vías y estamos aquí para buscar el apoyo del Parlamento de Navarra, del Gobierno, de los partidos, de los medios de comunicación... para buscar una fórmula que nos permita responder a las necesidades básicas.
¿Han notado un descenso de la ayuda humanitaria por parte de los países donantes en los últimos años?
Sí. Las primeras víctimas de las crisis que aparecen en los medios, como la de Japón, son ellas. Pero, las segundas víctimas somos los que sufrimos crisis antiguas, como nosotros. Sahara no es prioridad, porque no hay violencia, la situación está tranquila desde el alto el fuego de 1991. Esta tranquilidad no obliga a la comunidad internacional a prestar más atención a Sahara, que tampoco interesa a los grandes.
La situación para los refugiados saharauis es, por tanto, dramática. Viven en unas condiciones extremas de por sí, y si a ello le añadimos la carencia de la alimentos básicos, ¿estamos realmente hablando de que existe el riesgo de que se produzca una tragedia?
Las últimas encuestas que realizaron las agencias de Naciones Unidas, nos muestran un porcentaje altísimo de desnutrición crónica entre los niños menores de cinco años. Existe un porcentaje muy elevado entre las mujeres embarazadas, más del 66%, que también sufren este problema. Hasta ahora, con todo el apoyo, no fue posible garantizar el objetivo fijado por los criterios de asistencia de la OMS para situaciones de emergencia. Ni siquiera se cubren las necesidades mínimas. Las agencias de la ONU utilizan unas normas para emergencias habituales. Pero nosotros llevamos en esa situación 37 años.
En cualquier caso, la solución a la situación de los refugiados debe ser política, garantizando el derecho de autodeterminación. ¿Ve factible que se alcance esta solución?
La solución debe ser política. Nosotros, como organización humanitaria, tenemos el deber de dar asistencia mientras llegue esta solución. Desde mi punto de vista, la solución es simple: las fronteras están delimitadas, hay sólo dos partes, una misión de Naciones Unidas desde 1991, un plan de paz que fue aceptado por las dos partes y habilitado por el Consejo de Seguridad, un corpus electoral determinado por la ONU, un presupuesto anual de 34 millones de dólares para la permanencia de los cascos azules, que es doble de la contribución de las agencias humanitarias. Entonces, tenemos todos los elementos para acabar con el conflicto. Lo que falta es la voluntad política de Marruecos y de la comunidad internacional.
«En marzo, sólo hemos podido garantizar entre el 30% y el 35% de la cuota mínima de alimentación. No es el primer mes que sucede esto. En febrero sucedió algo similar»