Cumplidos tres meses de su designación el pasado 25 de enero, el primer ministro libanés, Nayib Mikati, no ha conseguido aún formar Gobierno, a pesar de que estará formado por los mismos grupos que lo llevaron al poder, la coalición liderada por el movimiento Hizbulah. Sin embargo, persisten las desavenencias ya que no se ponen de acuerdo en el reparto de carteras, en especial las que consideran estratégicas, como Interior y Defensa, ni el número de ministros que tendrá el Gabinete.

La coalición presidida por el primer ministro en funciones, Saad Hariri, por su parte, ha anunciado que no participará en el nuevo Gobierno, decisión que dificulta aún más la llegada a un entendimiento.

Interferencias extranjeras

Aunque miembros cercanos al primer ministro designado en enero han mostrado su convencimiento de que llegarán a un acuerdo como muy tarde después de Semana Santa, miembros de la oposición no se muestran igual de convencidos, ya que no ven ningún indicio de entendimiento entre las partes.

Algunos analistas apuntan, no obstante, a las interferencias extranjeras, sobre todo sirias, como el principal motivo de las discrepancias. Damasco controló Líbano durante cerca de tres décadas, y no son pocos los que aseguran que continúa ejerciendo su poder en este pequeño país.

A falta de llegar a un entendimiento en el terreno político, en lo que sí coinciden todos es en las graves consecuencias que esta situación tiene para el país, donde la situación socio-económica es muy débil y los salarios están congelados desde 1996. Por eso, Mikati a hecho un llamamiento a todas las partes para que cedan en sus posiciones.