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«El internacionalismo es parte del independentismo vasco»

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Jesús VALENCIAGA I Autor del libro «La ternura de los pueblos»

Jesús Valencia, activo participante en el movimiento popular y colaborador de GARA, recoge en este libro, editado por Txalaparta, la trayectoria del internacionalismo vasco, destacando que siempre ha sido un rasgo definitorio del independentismo de izquierdas en Euskal Herria.

Martxelo DÍAZ |

Jesús Valencia realiza una trayectoria del internacionalismo vasco, destacando que siempre ha tenido una estrecha relación con el independentismo y que ha sabido mantener una coherencia ideológica frente a los intentos de manipulación.

¿Cuáles son los motivos que le han impulsado a escribir este libro?

Hay varios motivos. El primero de ellos es que se conozca el trabajo internacionalista que se hace en Euskal Herria y el segundo, que se valore. Muchos de los que hemos trabajado en este ámbito hemos tenido la sensación de que era la cenicienta y que siempre ocupaba un puesto secundario. También busca que se conozca a los internacionalistas, porque ha pasado mucha gente por las distintas organizaciones, pero cada cual ha vivido un tiempo y no se ha hecho un trabajo para conocer a quienes le han precedido o han continuado posteriormente. La idea del libro es realizar una sencilla aproximación al internacionalismo vasco para que todo el que ha participado o participa ahora tenga una perspectiva más de conjunto. Quiere mostrar que el movimiento independentista y la sensibilidad internacionalista tienen un largo recorrido común en el pasado y esperemos que también en el futuro. Otro de los objetivos es que se contemple el internacionalismo como uno de los rasgos de esa Euskal Herria nueva que queremos construir.

Recopilar todo ese material habrá sido una tarea complicada porque se encuentra bastante disperso.

No ha sido fácil. Creo que en el internacionalismo se ha trabajado muchísimo, pero se ha escrito poquísimo. Se ha volcado más en la acción que en la redacción. He recopilado algunos texto más elaborados, referidos a la primera fase del siglo pasado. He recogido documentos antiguos, papeles que quedan por ahí sueltos. Y he hablado bastante con la gente. Creo que ha sido una riqueza, porque me ha permitido hablar con muchas personas y recoger aspectos que a veces no salen. Por ejemplo, en el caso de Pakito Arriaran intuía que había habido una mujer en su vida y que el proceso que había vivido no se podía entender si no era un proceso compartido. Hablé con ella y aceptó descubrir su concepción del Pakito compañero y la experiencia revolucionaria de pareja. Fue muy bonito descubrir esa dimensión de Pakito que no se había trabajado y que es muy importante. Lo mismo me sucedió con Marta González. Pude hablar con su madre, que había elaborado un pequeño libro, y pude conocer otras dimensiones de Marta que a veces no afloran. Ha sido un trabajo de tomar cafés compartidos y que ha merecido la pena.

¿Qué trayectoria ha tenido el internacionalismo vasco?

El libro recoge la experiencia internacionalista del nacionalismo en la primera etapa del siglo XX. Desde el primer momento se ve que los sectores más independentistas son los más internacionalistas. No sólo eso, sino que el internacionalismo se convierte en uno de los elementos de confrontación dentro del propio movimiento nacionalista. La sublevación irlandesa de 1916 marca unas diferencias tremendas y unos enfrentamientos fortísimos entre los sectores más independentistas del PNV y el aparato del partido, que era mucho más partidario de Inglaterra. Los independentistas aplauden la sublevación de Irlanda mientras los otros la denigran de forma escandalosa porque entienden que el independentismo en Irlanda o India pone en peligro la política de Gran Bretaña en plena Primera Guerra Mundial.

Posteriormente, ocurrió algo similar con la Guerra del Rif (1911-1927). En todo el Estado se piensa que se van a sacar la espina de Cuba y Filipinas frente a unos campesinos rifeños a quienes piensan dominar fácilmente y hay un renacer del pensamiento colonialista español. Simultáneamente, en Euskal Herria los sectores independentistas llaman a la deserción, descalifican la guerra, justifican la rebelión. Con el nacimiento de la izquierda abertzale vuelve a producirse el mismo divorcio. El Gobierno Vasco y el PNV están completamente alineados con la política anticomunista de los aliados mientras que el nuevo sujeto independentista sigue muy de cerca todo el proceso de descolonización. En la década de 1970 sucede algo similar con Cuba, Vietnam, Camboya. El golpe de Chile de 1973 y el de Argentina de 1976 son también episodios que maduran el internacionalismo vasco, en el que coinciden todos los sectores de la fragmentada izquierda vasca.

¿Qué salud tiene el internacionalismo vasco?

Ha tenido tres intuiciones acertadas. La primera fue no caer en la trampa de la cooperación al desarollo que se planteó en la década de 1990 tras la crisis de los regímenes socialistas de Europa. Se intenta eliminar el internacionalismo clásico de unión de pueblos en lucha y el conservadurismo imperante ofrece la alternativa de la cooperación al desarrollo. Esto creó un debate muy importante. Hubo gente que picó en el anzuelo y que acabó su recorrido, pero el internacionalismo vasco no picó. Otra intuición muy importante fue de cara a 1992. El Estado español hizo una apuesta tremenda por presentar los 500 años como un encuentro entre culturas y el internacionalismo habla de 500 años de resistencia popular. Aquello supuso, además, el descubrimiento de un sujeto nuevo, el de los pueblos originarios de América, con los que existe una sintonía especial porque Euskal Herria es otro pueblo originario y existen lazos comunes.

Tras el derrumbe de las ideologías de izquierda de la década de 1990 también se intentó arrastrar al internacionalismo, pero supo mantener viva la lucha por la libertad de los pueblos. En Euskal Herria fuimos la voz discordante del conjunto de la solidaridad. Algo parecido ha pasado con Venezuela, con el intento de descalificar a Hugo Chávez y al movimiento bolivariano, en el que el internacionalismo vasco no cayó.

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