Raimundo Fitero
Parafernalia
The Guardian” titulaba: «Dos personas se casan frente a dos mil millones de telespectadores». Resulta que esas dos personas viven del presupuesto de una Casa Real que forma parte de la historia de un imperio en decadencia, que han concitado la presencia de otras casas reales de otros lugares más miserables, que han convertido un acto privado en un espectáculo público y que, se ha decidido desde los estamentos adecuados, que después del fútbol, nos emponzoñemos con la parafernalia de esa ceremonia anacrónica, teatralmente obsoleta y políticamente repudiable.
¿Por qué RTVE hace ese despliegue de técnicos y personal? ¿Quién gestiona los derechos de antena de esta ceremonia? ¿Por qué todas las cadenas colocan en su escaleta este matrimonio televisivo, mediático y de Estado antes que la realidad del paro? Desde luego los opiáceos para el pueblo se recetan en cantidades asombrosas. Alguien deberá explicarnos cómo es posible que se puedan ver en abierto cuatro partidos del siglo en veinte días y tres de ellos se retransmitan por televisiones públicas, siendo una de ellas, la estatal, la única que no emite publicidad. Los derechos de retransmisión de estos encuentros de fútbol son muy caros. ¿Cómo cuadran los números?
Los responsables de las cadenas privadas se quejan por rutina, pero las advertencias sobre este modelo de televisión con tantos partidos de estas características que concitan tal millonada de audiencias, son adecuadas ya que esta circunstancia de inflación de encuentros entre Real Madrid y Barcelona es bastante nocivo para el sistema general.
Además, en estos momentos, ya ha superado cualquier idea de fútbol, de enfrentamientos normales, de competición deportiva para entrar en un charco que va a tener consecuencias difíciles de vislumbrar en estos instantes, pero que no apuntan a nada bueno. Para nadie.
Quizás para los periódicos deportivos de la caverna. Lo cierto es que los sueldos de todas las estrellas futboleras salen, en su inmensa mayoría, de los derechos televisivos. Por eso las suspicacias sobre su emisión por entes de titularidad pública en abierto ya que responde a decisiones políticas. ¿Me entiendes Jorge Javier?