Fermin Munarriz Periodista
Nuevo periodismo en la ciudad de la muerte
El otro día tuve la suerte de conocer a Judith Torrea. Es una de esas personas que hacen mejor la vida sin ruido. Judith es vasca y durante un tiempo trabajó en la revista «People» en Nueva York: espectáculo, frivolidad, lujo, fiestas... Un día conoció Ciudad Juárez, al otro lado de la frontera sur de Estados Unidos y lo dejó todo. Ahora es la única periodista extranjera que reside en «la ciudad más peligrosa del mundo», donde se mata y se muere a lo grande: de 6 a 15 muertes violentas al día. Narcotráfico, pugna entre cárteles, feminicidio, pobreza...
Judith es independiente y con sus modestos medios se ha dedicado en cuerpo y alma a testimoniar la vida turbulenta de la ciudad. A través de su blog (http://juarezenlasombra.blogspot) documenta el desgarro de sus moradores. Es un nuevo estilo de periodismo ciudadano, que teje con la ayuda de sus vecinos. Las historias de juaritos sobrecogen por su violencia, por su desazón, por su fatalismo. Pocos reporteros de guerra han vivido lo que Judith ha anotado en sus calles. («Son las 10:50 de la noche: he ido a reportar diez crímenes en menos de seis horas»). Sin embargo, hay algo especial, diferente. Los protagonistas de sus crónicas son personas corrientes, las que padecen la violencia de los poderosos. No hay partes oficiales. Llega a los lugares a los que nunca llegaría una gran agencia o un poderoso medio: a las cocinas, a los poemas... A los entierros. En Ciudad Juárez, por asesinar, asesinan incluso a los futbolistas y a los adolescentes que festejan. Como venganza. En ese lodazal, Judith reporta a los incorruptibles, a los brillantes, a los que sueñan... Hasta estremecer.
He caminado por Ciudad Juárez y algunas veces dije que era un estercolero. Ya no más. Judith me ha descubierto a los héroes y las heroínas que no fui capaz de ver, los que le sobreviven un día más a la muerte. Y son como nosotros.
Recomiendo sus crónicas y su libro reciente, «Juárez en la sombra». Judith apunta con su dedo a responsables muy grandes de esa guerra sorda. Quien conozca el país sabe que son enemigos -¡híjole!- muy poderosos. Judith es valiente. En México lo dicen de otra manera: «Cara de ángel, cojones de toro».