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Todas las pistas abiertas tras el atentado de Marrakech, incluida la conspirativa

Mientras parece descartarse la hipótesis de un atentado suicida, y frente a los análisis oficiales que privilegian la tesis de Al Qaeda, voces opositoras no dudan en apuntar a un atentado organizado desde dentro del régimen para frenar las protestas y las anunciadas reformas.

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El régimen marroquí mantenía abiertas «todas las pistas, incluida la de Al Qaeda», en la investigación del atentado que dejó un saldo provisional de quince muertos contra un café en la céntrica plaza Jamaa El-Fna, en Marraquech

A medida que avanzan las tareas de identificación de los cadáveres, diversas fuentes han confirmado que entre los muertos se hallan seis franceses, dos marroquíes, dos canadienses. un holandés y una israelí

El ministro de Interior, Taïb Cherkaoui, se personó en el café Argana aunque se negó a confirmar la tesis de que se hubiera tratado de un atentado suicida, tal y como insistían ayer los medios marroquíes,

Por contra, un turista holandés que salió del café dos minutos antes de la explosión ayudó a la Policía a hacer un retrato robot de un «árabe que portaba dos enormes bolsas y que salió del local justo detrás nuestro».

La mano islamista

La práctica totalidad de los analistas oficiales dan por buena la tesis de que tras el atentado estaría el yihadismo salafista, o incluso Al Qaeda en su versión magrebí. Aportan para ello dos elementos: de un lado, insisten en que estos grupos intentarían hacer desencarrilar el proceso de reformas en Marruecos en el marco de unas revueltas árabes en las que habrían perdido pie.

Por otro, señalan que el modus operandi exige un grado de profesionalidad para sortear la extrema vigilancia en el centro turístico de Marrakech, sin olvidar que el objetivo fue un local frecuentado por turistas, preferentemente franceses. Al Qaeda del Magreb Islámico (Aqmi) tiene como rehenes a cuatro franceses y el atentado sería un mensaje indirecto a París.

Al margen de este último punto, los dos elementos centrales que avalan esta hipótesis bien podrían sustentar la contraria, la que hace referencia a un atentado organizado desde el interior del propio régimen, en un intento de condicionar las protestas y de frenar las anunciadas reformas.

Sectores opositores en el exilio lo hacen sin ambages. La web de internet Hibapress acusa directamente al secretario particular del rey Mohamed VI, Mounir Majidi, y al líder del partido populista alineado con el régimen (PAM), Fouad Ali El Himma de estar detrás.

El ex teniente Abdelillah Issou, refugiado en Madrid, abona esta hipótesis y recuerda que ya alertó hace días de que se avecinaban días convulsos en Marruecos. En un vídeo colgado en YouTube, el opositor augura que el régimen instaurará el estado de excepción para con ello abortar las protestas en ciernes.

El régimen asegura que el atentado no afectará a las tímidas promesas anunciadas por el rey a mediados de marzo en respuesta a las manifestaciones. Paralelamente, desplegó a las Fuerzas de Seguridad por todo el país y montó controles en los accesos a las grandes ciudades.

La oposición saldrá a la calle el 1 de Mayo

los jóvenes del llamado Movimiento del 20 de Febrero, organizadores de las protestas masivas que se han producido en el país, han llamado a secundar la convocatoria de movilizaciones con motivo del Primero de Mayo de la mano de sindicatos de trabajadores y funcionarios.

El Movimiento del 20 de Febrero ha organizado desde la fecha de la que recibe su nombre tres grandes movilizaciones que han ido in crescendo y contagiándose a más ciudades y pueblos de todo el país.

Estas protestas no han pasado desapercibidas para el régimen, que se ha esforzado en hacer promesas de tímidas reformas políticas, además de anunciar incrementos salariales para los funcionarios y excarcelar a cerca de 200 prisioneros, la mayor parte islamistas aunque también algunos saharauis.

Los jóvenes del Movimiento 20 de Febrero anunciaron la intención de organizar el mismo domingo un picnic en el bosque de Temara que rodea la sede central de la policía política, la temida Dirección de Supervisión del Territorio (DST). Fuentes internas han dado cuenta estos días del malestar en el interior de la policía política «antiterrorista» por esas excarcelaciones. GARA

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