Mendeku Itxua debuta discográficamente, tras el habitual periodo de ensayos y maquetas, en 2006 con «Gure oihua». Tuvieron que pasar tres años para que se publicara su segundo álbum, «Indarrak batuz», y tan sólo uno para la llegada de «Piztien pare», situación que viene a demostrar la confianza que han adquirido en sí mismos y la capacidad de trabajo de sus últimos años. Mérito aún mayor al conseguir que cada nueva propuesta fuese superior a lo que dejaban atrás. Bajo esta situación, son actualidad en la escena con «Piztien pare», un álbum donde cabalgan entre ritmos rápidos, trepidantes en ocasiones, y moderados en otros. Un muestrario de posibilidades que les enriquece y sitúa entre lo más sólido e inspirado del metal ibérico melódico.

Mendeku Itxua son Ixak, voz y guitarra, Ander, guitarra y coros, Iñigito, bajo y coros, y Martin, batería, a quienes se les podrá ver en el mes de mayo el 2 en Andoain, el 7 en Aulesti, el 14 en Ataun, el 21 en Gasteiz, el 28 en Irun y el 29 en Ondarroa. Como puede verse, una agenda muy completa que se prolonga por todo el verano.

En su anterior disco realizaron una fuerte inversión en todos los planos, ¿se consiguió equilibrar las cuentas y comprar esos soñados inalámbricos?

(Risas) Aunque el rock metal sea una ruina, hemos podido comprarlos porque nuestra economía no depende de la música. Aún así, no nos podemos quejar, puesto que hemos dado bastantes conciertos y poco a poco se ha recuperado lo invertido en el segundo disco. Ahora estamos en otro agujero -¡esto no termina nunca!- ya que acabamos de sacar el tercer disco.

Además, todo los ingresos generados por los conciertos no los reparten, van a la hucha común.

Sí, así es. Lo poco que conseguimos en los conciertos va para la hucha. Nosotros no vemos ni un duro, ¡ni para púas! Y, por supuesto, los instrumentos y el material cada uno se paga lo suyo. Lo de la hucha es exclusivamente para grabaciones, videoclips, camisetas... ¿Crees que si no tuviéramos ilusión llevaríamos siete años? Somos felices sacando ruido en cualquier tuburio.

El heavy metal siempre se ha vivido con pasión por grupos y aficionados, en mayor grado que lo que sucede en otros estilos, ¿sigue siendo así en Mendeku Itxua?

Nosotros, independientemente de lo musical, somos pasionales en muchos aspectos de la vida. Este estado lo trasladamos a la música. Tenemos la fortuna de poder hacer lo que más nos llena, heavy metal. No obstante, tampoco esto quiere decir que otros estilos no nos interesen, somos muy abiertos. De todo se aprende y somos inquietos.

Y no se toman un descanso mental: ¡Este mes no se habla de heavy!, por ejemplo.

(Risas) No, no. No nos hemos saturado hasta ese limite. La suerte que tenemos es que desde chavales hemos crecido con esta rutina. Si nos quitaran los ensayos, no sabríamos qué hacer. Es verdad que después de grabar el disco pudimos estar una semana de vacatas. Pero no hubo más tregua.

Y qué les satisface más, terminar una buena canción en el local de ensayo, con lo que conlleva todo el proceso, o un buen fin de semana de farra a tope.

¡No hay duda! Terminar una buena canción. Sobre todo cuando has visto cómo se ha creado, cómo ha ido madurando, la forma que ha ido cogiendo... De todas formas, son cosas que pueden ser compatibles, ya que más de una vez nos ha tocado crear con un resacón impresionante y, aunque parezca mentira, ¡ni tan mal!

Es un temón, sí. Es una canción que salió por sí sola. Es un ritmo que ya hemos utilizado en discos anteriores y nos sentimos muy cómodos. Es rápida y melódica, algo que nunca falla en Mendeku, y de lo que hay mucho en el disco.

Claro que con muchas a ese ritmo, acaban con su batería...

(Risas) Martín está muy acostumbrado a sudar y a sufrir. Como nosotros le decimos, `en esto del metal no todo son risas y posturitas, también hay que sufrir'. Nadie dijo que fuera fácil, pero alguien tiene que hacerlo.