Varapalo a los liberales británicos por no marcar y defender lineas claras dentro de la coalición
En las elecciones del pasado fin de semana, los liberal-demócratas británicos perdieron uno de cada tres votos. Tras haber cosechado unos excelentes resultados en las elecciones generales y haber decidido romper con la tradicional linea de oposición para implicarse en el gobierno de coalición con los conservadores, la realidad ha demostrado que éstos aguantan el tirón mientras el electorado liberal castigaba con dureza a su partido. Parece evidente que la fórmula de coalición no ha dejado opciones para poder desplegar un discurso propio y un talante fuerte a los liberal-demócratas.
Pero al final, las políticas y los logros prácticos discernibles son lo que más importan. Y el desastre por su apoyo al aumento de las tasas de matriculación o a los programas de austeridad ha sido enorme. Como los tories tuvieron la crisis de la libra esterlina y los laboristas la guerra de Irak, el partido arrastrará los daños de esas decisiones durante décadas. Marcar y defender líneas claras dentro de una coalición en cuestiones fundamentales para los votantes de las partes resulta fundamental. Si Nick Clegg, el líder de los liberales no es capaz de conseguirlo, pagará un precio aún mayor que el que pagó el fin de semana pasado.