Saber vivir y saber morir
Sabino ORMAZABAL | DONOSTIA
Ayer falleció Ramón Fernández Durán. De la misma forma que este reconocido e incansable pensador y activista social ha sabido vivir: dando ejemplo de coherencia entre lo que decía y hacía. Y también ha sabido morir. Él ha marcado los plazos de lo que le quedaba de vida a causa de un tumor de garganta.
Consecuente con su forma de estar en la vida, al lado de las clases más débiles, fue radical en sus ideas y suave en las formas. No perdía la calma que tanta falta nos hace a otros a la hora de defender las ideas propias; sabía escuchar y sabía razonar, y argumentos no le faltaban. Ha dejado escritos una veintena de libros; siendo «La explosión del desorden» su obra más conocida.
Siempre estuvo atento a lo que pasaba en Euskal Herria: en la Red por las Libertades y el Diálogo de Madrid, en la denuncia del juicio del 18/98, con su presencia en actividades críticas con el TAV en territorio vasco.
Como ha escrito David Fernández al conocerse la noticia de su fallecimiento: «Ha vivido. Acaba de morir. Y la muerte no sabrá qué hacer con tanta vida».