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Iñaki URDANIBIA Crítico literario

Mujeres, hombres y... glup

(En contestación a la carta de Errespetuz)

Leyendo la nota de Ainara Ruiz, me he sumergido en una estado de estupefacción profundo del que no puedo salir.

No comenzaré por ponerme galones ni colgarme medallas, ni recurrir -como prueba de mi probidad en este terreno- a la abundante colección de artículos o presentaciones de libros sobre el tema (lucha contra el sexismo y diferentes fobias que le acompañan) que les/me preocupa.

Si a la mala lectura se une la mala fe, posible deudora de una desmedida susceptibilidad, el resultado no puede ser más que nefasto. Es el caso, ya que sólo usted(es) se han pillado un recalentón indebido con mi artículo del otro día sobre el libro de Coral Herrera «Más allá de las etiquetas» (editado por Txalaparta), mientras que otros colectivos queer (¿me dejan decir eso o también muestra una postura insultante y discriminadora?) han colgado, repescado, en la red el artículo tal cual, además de algún otro servicio sexológico, aunque seguramente todos estarán equivocados al poseer usted(es) la interpretación única y verdadera en este tema, y en otros tal vez. Usted(es) se han dejado llevar por una lectura superficial y parcial de mi comentario, y ya decía el otro que ex abundantia cordis os loquitur, vamos que se dejaron llevar por un ramalazo atorbellinado, y puestos a desenfocar... lleguemos hasta el mismo desbarre insustancial.

Hace falta leer con gafas perversas mi artículo para quedarse con una frase -«mujeres, hombres y trans»- como muestra de un tufillo transfóbico, muestra por otra parte de mi ignorancia; tal distinción, es obvio, la subrayan ustedes y otros colectivos supongo que sin ánimo «negatorio». Servidor, por más que lee y relee el artículo motivo de su ira, nada de lo que dicen ve, sino al contrario, un claro tono antipatriarcal, antisexista, etc.

Así las cosas, no comprendo nada de nada, y me da por pensar, sin buscar motivos ocultos, que la insultante crítica no puede ser fruto más que de la mala fe o de la mala lectura, o de ambas a la vez; o si no a un tipo de lectura tan sutil que a este humilde servidor se le escapa. Ante todo ello, me preguntaré, como el otro: ¿Por qué?

No entraré a discutir con usted(es) mi visión sobre el tema, ya que tras su inquisitorial y simplificadora nota me veo reducido al estado del que hablase Wittgenstein: «de lo que no se puede hablar, mejor es callar». Así, me callo.

Para concluir añadiré que si ustedes pretenden buscarse amigos y aliados en su lucha y actúan así con quienes pretenden apoyarles, desde luego funcionan como el del chiste: hormiguita, hormiguita, estoy solo, tú eres la única que me quiere, y en su alborozo elogioso y cariñoso, zas!, da una palmada y mata a la pobre hormiguita que estaba en la palma de su acogedora mano. Pues eso, que desde luego, viendo sus insultos a uno -pobrecito tránsfobo (aun involuntario), ignorante, etc.- se le pasan las ganas de escribir sobre estos temas, aunque quizá sólo podría hacerlo pasando por la censura previa de... Ainara Ruiz.

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