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«Enemigos de dios» denuncian al régimen iraní desde Euskal Herria

Invitados por el PEN club vasco, dos disidentes kurdos de Irán comparecieron la semana pasada ante la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento de Gasteiz. Hoy hablarán en Bilbo de los «crímenes» que les han obligado a abandonar su tierra para huir de la horca: escribir poemas en su lengua y denunciar que el Ejército iraní quema sistemáticamente sus bosques.

Karlos ZURUTUZA

Europa está cada vez más fortificada y nos ha costado meses conseguir sus visados. No obstante, creo que la sensibilidad mostrada hacia ellos ha sido mayor de lo que esperábamos», explicaba a GARA Urtzi Urrutikoetxea, vicepresidente del PEN vasco, escritor y periodista reconocido tanto en Euskal Herria como en Kurdistán.

Hace tres años, el PEN vasco nombró «Miembros Honorarios» a los periodistas kurdos Adnan Hassanpour y Hiwa Butimar, encarcelados y condenados a muerte. La entidad consiguió traer entonces a la pareja del primero y al hermano del segundo. Hoy es Hyro Daneshi, compañera de Butimar, la que visita nuestra tierra junto con Behzad Kurdistani.

A sus 23 años, Daneshi acumula ya una tremenda experiencia vital: perdió a su padre a los siete años cuando éste fue asesinado en su granja por la Policía iraní. A los quince se casó con un periodista kurdo, Hiwa Butimar, y ambos demostraron que los continuos incendios que asolan el Kurdistán bajo control de Teherán están provocados por el Ejército iraní; una denuncia que supuso la condena a muerte de Butimar por mohareb («enemigo de dios»).

Butimar cumple hoy cadena perpetua tras haberle sido conmutada la pena capital gracias a la intensa labor de abogados y diversos organismos internacionales entre los que se encontraba el PEN vasco. Daneshi vive en el exilio tras huir de la Policía iraní cuando ésta se presentó en su casa el pasado 5 de enero.

Kurdistani tiene 42 años pero pisó la cárcel por primera vez con 17. El culpable de aquel primer encarcelamiento fue un poema, y su vida desde entonces se puede leer entre los miles de renglones y versos escritos en las celdas en las que ha sido encerrado y torturado salvajemente; una pesadilla a la que se enfrentó con poesía y huelgas de hambre. Aprovechando una libertad bajo fianza, Kurdistani huyó en 2010 a través de las montañas kurdas para escapar de una más que probable condena de muerte. No en vano, se trata de uno de los poetas más reconocidos de su comunidad.

«Me siento abrumado por las continuas muestras de afecto que estamos recibiendo; desde la gente que viene a las charlas hasta los miembros del Parlamento vasco. Si bien los kurdos no estamos acostumbrados a esta hospitalidad, siempre había pensado que, de haber un pueblo en Europa capaz de entender nuestra situación, había de ser el vasco», transmitía a GARA Behzad Kurdistani.

Un proverbio kurdo dice que las montañas son los únicos amigos de este pueblo nativo de una encrucijada entre imperios. Y puede que debamos a aquellos bastiones de piedra el que los descendientes de los antiguos medas hayan sobrevivido desde los tiempos de Alejandro Magno hasta los de Ahmadineyad.

Hyro Daneshi suscribe este sentimiento. «Ni siquiera el `movimiento verde' (oposición al régimen de Teherán comandada por Mir Hussein Moussavi) ha denunciado nuestra situación ni reivindicado nuestros derechos como pueblo», aseguraba a GARA.

Ambos estarán a las 8 de esta tarde de hoy en la librería Gatazka Gunea de Bilbo.

Solidaridad «de ida y vuelta»

«Reyes, ¡quietos! Un poeta va a leer un poema. Armas, ¡cállense! Un niño quiere dormir».

Laura Mintegi, presidenta del PEN vasco, recordaba emocionada el verso que leyó Kurdistani ante la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento de Gasteiz. «Todo el mundo se quedó helado tras escuchar el terrible testimonio del trato inhumano sufrido en prisión por Behzad Kurdistani. Y creo que a todos se nos puso la carne de gallina cuando recitó ese fragmento de uno de sus poemas», confesaba.

Mintegi difícilmente podía ocultar su satisfacción ya que su iniciativa se va a traducir en una carta denunciando la situación de los kurdos condenados a muerte en Irán, y que firmará la Cámara vasca en su conjunto el próximo día 26. Sin embrago, en su opinión, la visita de Daneshi y Kurdistani plantea una «triste paradoja»: «Está claro que traer a dos disidentes kurdos de Irán y denunciar la situación de su pueblo nos sitúa en Europa, pero no es menos cierto que los episodios de `Egunkaria', `Egin' o `Ardi Beltza' nos trasladan dolorosamente hasta el `tercer mundo'», lamentaba Mintegi, recordando, entre otros, a Teresa Toda, periodista de Egin y miembro ejecutivo del PEN vasco encarcelada en 2007. Toda fue nombrada «Miembro de Honor» del PEN kurdo, una organización que le ha transmitido su apoyo incondicional y que no escatima esfuerzos a la hora de denunciar su caso.

Autores contra la injusticia

El PEN Internacional es la única sociedad mundial de escritores. Reúne a más de quince mil poetas, ensayistas y narradores, y cuenta con 138 centros autónomos repartidos en noventa y ocho Estados. Su principal objetivo es promover la cooperación intelectual, luchar contra la censura política y denunciar la situación de los creadores víctimas de torturas, encarcelamientos y asesinatos.

El PEN es una entidad reconocida por la UNESCO y ostenta la categoría de «ente consultivo» de Naciones Unidas (ONU).

Los antecedentes del PEN vasco hay que buscarlos en 1950, cuando un grupo de escritores, entre los que se encontraban Jon Mirande y Federico Krutwig, pusieron en marcha el PEN Euskal Bilkura, con sede en Miarritze. El Gobierno Vasco tenía a Angel Gondra de representante en Londres, quien consiguió que se admitiera al PEN vasco en el congreso que se celebró en Edimburgo. A pesar de los denodados esfuerzos de sus impulsores, la organización desapareció al cabo de un año.

En 1987 se hizo un nuevo intento, ya bajo el nombre de Euskal PEN Kluba, pero hubo que esperar hasta 2004 para que el PEN vasco cobrara un impulso definitivo. K.Z.

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