
La noche en la que DSK lo perdi� todo
El director general del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Khan, conocido por su acr�nimo DSK, ha sido arrestado y permanece en detenci�n provisional acusado de agresi�n sexual, secuestro y tentativa de violaci�n. Seg�n la Polic�a neoyorquina, cuando una camarera se dispon�a a limpiar su habitaci�n, �sali� desnudo del cuarto de ba�o e intent� agredirla sexualmente�, pero �sta consigui� escapar, interpuso la denuncia y DSK fue detenido cuando se dispon�a a tomar precipitadamente un vuelo con destino a Par�s. La noticia corri� como la p�lvora y supuso un aut�ntico shock, una bomba pol�tica con implicaciones en los mercados. El vac�o que dejar� en el FMI, con una econom�a global con la peor recesi�n desde 1930 y una Europa presa de la crisis de deuda, acentuar� la guerra de poder entre los pa�ses emergentes contra el tradicional �reparto de cromos� de EEUU y Europa.
El actual director general del FMI bien podr�a haber sido el pr�ximo presidente galo. Si bien en el Estado franc�s ha habido el h�bito de hacer la vista gorda a las indiscreciones sexuales de sus l�deres -con la famosa doble vida secreta de Fran�ois Mitterrand o los flirteos de Jacques Chirac- y, de hecho, no fueron obst�culo para mantenerse en la m�s alta jefatura francesa. En el caso de DSK no parece que vaya a repetirse la historia. Una cosa son las indiscreciones y los flirteos -en 2008 DSK sobrevivi� milagrosamente a una denuncia de hostigamiento, favoritismo y abuso de poder por una relaci�n extraconyugal con una subordinada en el FMI-, y otra muy distinta y terrible, el secuestro de una persona para agredirla sexualmente. La prensa -agitada por el entorno de su rival Sarkozy- le criticaba vivamente por su tren de vida y su patrimonio familiar, y estar casado con una vedette de la televisi�n confer�a a todo un tono rosa que ahora se ha tornado en un negro que ensombrece su porvenir.
DSK perdi� todo en una noche: su cargo en el FMI, su reputaci�n, las primarias del Partido Socialista franc�s, la elecci�n presidencial y el honor de los suyos. Tiene derecho a declararse no culpable, a la presunci�n de inocencia y a un juicio justo, pero pol�ticamente, su carisma personal y sus esperanzas electorales han terminado.