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Con emociones añadidas

La lluvia no cortó la programación de la Umore Azoka. Simplemente la alteró. La decimo segunda edición ya forma parte de la historia dejando tantas certidumbres como dudas sobre el futuro.

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Cambiar de ubicación las representaciones el pasado sábado, debido a la lluvia, para asegurar su celebración fue una decisión tomada con diligencia. Por lógica, hubo momentos de confusión y cualquiera que iba con una txartela de participante se convertía en informador improvisado. Los públicos no se dejaron amedrentar.

Cuando se reúnen medio centenar de espectáculos, la retórica aflora de manera imparable. Desde el número de intérpretes y participantes en los espectáculos, hasta en la idoneidad misma de los trabajos en su consideración más laxa de «callejero». Las circunstancias obligan a la búsqueda de soluciones drásticas, a la reconversión, a buscar un lugar dónde exhibir los trabajos. Pero antes de la crisis, también existían casi las mismas dudas razonables.

Sí han habido espectáculos que solamente pueden suceder en la calle, que utilizan el mobiliario urbano, el paisanaje, los espacios públicos o privados como elementos que incorporan a su dramaturgia. Dos ejemplos gloriosos: los austriacos de Irrwisch Theater, que ya habíamos visto la semana anterior en Arrigorriaga, y que consiguieron alterar la vida ordinaria, parar la circulación, transgredir de manera simpática y aceptable las normas de convivencia con sus dos montajes, uno protagonizado por cuatro diabólicas viejitas y el otro por cuatro trajeados con zancos.

Asilvestrados

En otra clave, más físicos, al borde de la capacidad de aguante, Metralleta y Murmuyo, los dos personajes que componen el Teatro Gestual de Chile. De manera ostensible, comunicándose con un pito en la boca, movilizan a decenas de espectadores con una historia que van desarrollando asilvestrados por las calles o plazas, consiguiendo que alguien del público saque dinero para invitar a todos los espectadores a frutas, que una espectadora pasiva se convierta en protagonista al abrir las puertas de su casa y convertir su balcón en una fiesta con todos. Inenarrables. O se vive, o no se entiende. Pero esto solamente puede suceder en la calle. Alteran la vida.

Otras propuestas también están pensadas para que sucedan solamente en la calle, como es el caso del espectáculo que cerró esta edición a cargo de Subcielo Compañía, artes circenses a doce metros de altura colgados de una grúa, o las que mantienen constantes estructurales, de uso de los espacios, de la propia gestualidad y de los elementos que demuestra la inviabilidad en otros recintos. Es el caso de la compañía aragonesa CirteAni, con su «Circo ambulante», en donde la propuesta de itinerancia le confiere ese valor, aunque su propia actividad -es decir, una vez se paran y hacen sus números- podrían hacerse en otras circunstancias. Pero la historia que narran está pensada para su exhibición en espacios abiertos.

Otros trabajos, más frontales, estáticos, sí parten de una manera u otra de un vocación callejera o de plaza. Así las dos policías de los andaluces de Jiribilla Teatro hacen una obra de teatro con tema callejero. O los también andaluces de La Calabaza Teatro en «Banco para dos»: una sencillas acciones, muy bien trabajadas, simpáticas, en una clara fusión de estilos. Casi toda la danza llega bajo la duda de su especificidad callejera, como los aragoneses de Proyecto D_Ruses y su «Cîteaux», con dos bailarines rotundos en sus ejecuciones, armonizados, desarrollando un trabajo muy nítido conceptual y espacialmente. Paradójico y especial es el trabajo de Alicia Soto-Hojarasca con su «Le petite voiture (La Comtesse), cuyo valor principal es el cochecito, el vídeo y algún detalle más.

Uno de los grupos señeros en esto del teatro de calle, Trapu Zaharra, llegó con su entrega anual y con la manera que en sus últimos montajes ha ido instaurándose como inamovible: verbal, situacional, paradójica, excesivamente estática. Teatro que funcionaría igual, o incluso mejor, en un escenario de sala. Tienen sus admiradores, seguidores, incondicionales. Son buenos en este terreno, eso no se discute. Pero desde el inicio ya se sabe qué va a suceder y lo más importante, cómo va a suceder.

En una carpa, con limitación de espectadores, Simulacro Teatro, ofreció «Paren el mundo» un buen trabajo de composición, dramaturgia, quizás con una textualidad un tanto irregular, pero con pulso poético, con una relación espacial no habitual con el espectador, pero manteniendo los convencionales terrenos delimitados convencionales de escenario y sala.

Carlos GIL

Kukai eta Coliflor Circo-Teatroren ikuskizunak, aurtengo sarituak

Kukai dantza konpainiaren «Karrika» lana aurtengo Leioako Umore Azokako euskal ikuskizun onena izendatu zuen atzo jaialdiko sariketako epaimahaiak. Kanpotik etorritako ikuskizun onena Coliflor Circo Teatroren (Italia-Estatu frantsesa-Txile) «Salir» lana hautatu zuen.

«Karrikan» lana saritzeko, epaimahaiak honakoa hartu zuen aintzat: «Euskal dantza tradizionalean oinarritutako lengoaiak aztertzen jarraitzen du, dantza garaikiderako bidean». Era berean, «eszenaratze on batetik abiatutako lana da, pisuzko dramaturgiarekin; eta goraipatzeko moduko kualitate artistiko eta teknikoa duten dantzariek agerrarazia», goraipatzen duenez. Gipuzkoar dantza konpainiak Leioan estreinatu zuen ikuskizuna.

Coliflor Circo Teatrori dagokionez, «tempo eszenikoaren kontrol bikaina, eszenografia adierazgarriaren erabilera inteligente eta irudimentsua» nabarmendu zuten. Irrwisch Theater austriar konpainiak eta Metralleta y Murmuyo (Teatro Gestual de Chile) taldeak aipamen berezi bana jaso zuten, kaleko ikuskizun hauetan ikus-entzuleen partaidetza aktiboa bultzatu eta umorea erabili dutelako.

Azokaren hamabigarren edizioko epaimahaian izan dira, besteak beste, Araiako jaialdiko zuzendaria, Javier Alcorta Ruiz Txortas; Tarregako Fira jaialdiko zuzendari artistikoa, Jordi Duran i Roldoseka; eta Carlos Gil Zamora Garako kritikaria.

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