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CICLISMO Giro 2011

Contador explota en el Etna y sale vestido de rosa

El corredor madrileño suma su séptima victoria de la temporada y deja «chamuscados» a sus adversarios.

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Carlos DE TORRES (EFE)

Alberto Contador incendió el Giro tras conquistar en solitario la novena etapa disputada entre Messina y Etna, de 169 kilómetros, y enfundarse la maglia en la primera batalla de alta montaña, en la que endosó 1.10 minutos a sus principales rivales.

El madrileño dio otro golpe de autoridad en uno de los santuarios del ciclismo italiano, el segundo consecutivo, con una victoria que cimentó con un ataque a falta de 8 kilómetros de meta que no obtuvo respuesta en ningún enemigo directo.

Una arrancada que le permitió llegar en solitario a la cima de Etna, donde disparó al aire por primera vez en el Giro, ya que en 2008 ganó la general pero no etapas. Y donde concretó unos destrozos considerables que le permiten erigirse en capo de la general.

El triple vencedor del Tour cruzó la línea de meta con un tiempo de 4h.54.08. A 3 segundos llegó el venezolano José Rujano y a 50 el primer grupo de candidatos, con Garzelli, Nibali, Arroyo, Sivtsov, y a 59 Igor Antón. Diferencias que hicieron honor a las expectativas de una etapa que se esperaba volcánica.

Vuelco en la general y un líder con pinta sólida, aunque el Giro acaba de empezar. El corredor del Saxo Bank subió al podio a enfundarse una maglia rosa que vistió durante siete jornadas hace tres años. Podrá disfrutar de la primera jornada de descanso con una renta significativa. «Ha sido una victoria importante y he sacado diferencias. Corro para disfrutar y cuando tengo piernas me gusta dar espectáculo. No quería demostrar nada, solo ganar y distanciar a mis rivales», dijo.

El territorio de Nibali

Una jornada preparada para la fiesta de Vincenzo Nibali, que jugaba en casa, ante su público, en un escenario mítico de singular belleza y leyenda. La organización adelantó media hora la salida. La ceremonia tuvo lugar a 200 metros de la videoteca que regenta la familia Nibali. Había prisa para facilitar el traslado de los corredores a la península e iniciar la jornada de descanso cuanto antes.

El pelotón tomó nota y encendió rápido la mecha, con múltiples intentos de fuga, pero no fue hasta pasado el kilómetro 45, cuando se gestó una escapada de nueve corredores.

Entonces el Etna ofrecía una fachada majestuosa en el horizonte, con una especie de flequillo blanco rizado por la nieve, aún humeante. Un aspecto que fue cambiando a medida que los corredores rodeaban el volcán hacia la cara sur. Una avanzadilla de 9 corredores empezó el primer ascenso al «gigante de fuego» con 5 minutos de adelanto. Todos mantuvieron la renta al paso por la cima (1.631 metros de altitud). Por detrás, el Liquigas de Nibali y el Lampre de Scarponi marcaban el ritmo en el grupo principal.

No daba resultado el trabajo de los equipos italianos. El Lampre tiraba a bloque, pero entre el descenso y el comienzo de la subida definitiva los rebeldes mantuvieron 4 minutos. Lastras, con triunfos en Tour, Giro y Vuelta, era líder virtual. Detrás, en la otra etapa, Contador sufrió un pinchazo y cambió de bici.

A pie del puerto final el grupo de favoritos pasó a 3 minutos de la fuga, aún unida. Más de 200.000 personas esperaban en sus laderas, a través de 18 kilómetros al 7,2 por ciento. El Lampre mostró sus cartas.

Cuando faltaban 8 kilómetros para la meta, Contador inició las maniobras de despegue. Al primer zarpazo se quedó solo. Scarponi intentó seguirle, pero enseguida se quemó. Con un segundo demarraje trató de quitarse de encima a Rujano, que durante unos kilómetros hizo de garrapata, sin aportar relevos. Rujano no quería relevar, así que Contador volvió a cambiar de ritmo. Ya en solitario, apretó los dientes con rabia, hasta la meta y vistió de rosa.

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