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Netanyahu, peligroso predicador del «no»

El discurso que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, realizó ante el Congreso de EEUU concitó la atención internacional que esperaba ver si significaba un cambio de la relación con Obama o si la arruinaba para siempre. Obama fijó una posición nítida al defender que sólo un acuerdo de paz con los palestinos basado en las fronteras previas a la Guerra de los Seis Días de 1967 -con la posibilidad de intercambios de tierras mutuamente acordadas- podía asegurar la existencia de Israel como estado democrático y prevenir el reconocimiento unilateral del Estado palestino por la Asamblea General de la ONU. La negativa de Netanyahu, que calificó esa posición como «indefendible», a reconocer esas fronteras como punto de inicio conduce las negociaciones sobre el status final y permanente hacia una muerte segura. De ahí en adelante, el camino hacia un nuevo ciclo de confrontación abierto, con el concurso de actores regionales, es muy corto.

Netanyahu utilizó una retórica de grandes elogios, «Israel no tiene mejor amigo que EEUU y viceversa», describió a su país como un «puesto avanzado y fortificado» de la democracia en la región, pero se enrocó en una posición que retrata su juego: no está dispuesto a ningún acuerdo, a ninguna concesión, a ninguna retirada. En lo que a él respecta, desde las orillas del río Jordán al Mediterráneo, desde el Golán sirio al Sinaí egipcio, todo es Israel. Predicador del «no» en cuatro principios básicos para la paz, -no retirada a las fronteras de 1967, no división de Jerusalem, no retorno de los refugiados palestinos, no a una presencia militar en el nuevo estado-, su plan pasa por una Palestina sin conexión con el mundo exterior, limitada a la altura de sus edificios y a la profundidad de sus tumbas, con el espacio aéreo y el agua bajo su control.

Si Israel continúa con su proyecto colonial que sólo ofrece a los palestinos una especie de «solución Bantustán», el mundo no debe permanecer impasible. Defender el aislamiento diplomático y las sanciones económicas parece obligado, una contribución necesaria para la paz.

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