Veinticinco años desde aquel verano del 86 que remató al último Athletic campeón
El verano de 1986 supuso un punto de inflexión en la centenaria historia del Athletic. Unos meses antes se había cesado a Clemente; el club no renovaba a Dani y Txato Nuñez al finalizar la temporada; y Zubizarreta y Julio Salinas se iban. Era la sentencia del último equipo campeón.
Joseba VIVANCO
Cuentan que en la temporada 1984-85 Terry Venables, el técnico inglés que iba a iniciar su primera campaña en el Barcelona, pidió precio a Javier Clemente por Andoni Zubizarreta, quién sabe si para tantear la predisposición de los bilbainos a su traspaso. El Rubio de Barakaldo, en su línea, le espetó: «Queremos por él 800 millones... y una cerveza».
A la finalización de la temporada siguiente los culés se lo llevaron, ya sin Javi en el banquillo, por 150 kilos... y sin pagar la caña. Una simpática anécdota, cierta o no, que apenas suaviza la fratricida marejada institucional y deportiva que vivió el club bilbaino ese primer semestre negro de 1986. Hace justo ahora 25 años, el final de aquella temporada, aquel verano, significó el final de la última época dorada del Athletic.
Los leones acababan terceros aquel año, con Iñaki Sáez de entrenador interino tras el convulso cese de Clemente en enero. Terceros, pero mortalmente heridos. Como diría no hace mucho en estas páginas uno de los integrantes de aquella plantilla, Endika Guarrotxena, «cuando nos reunimos en casa de Javi, egoístamente sabíamos que su marcha suponía el fin de aquel equipo». Y así fue, como quedaría patente después.
A la conclusión de esa campaña, se designaba a un ilusionado José Ángel Iribar para dar el salto al banquillo del primer equipo. Pero todo se torcía pronto. Dos de aquellos emblemas del equipo campeón, el gran capitán Dani y el lateral Txato Núñez, no eran renovados. Y, al tiempo que unos se despedían -también lo hizo el eterno portero suplemente, Carlos Meléndez-, otros emprendían nuevas metas lejos de San Mamés.
Zubi y Julio Salinas, diferentes adioses
El primero en volar del nido fue Andoni Zubizarreta, seguramente otro de los `represaliados' por alinearse con Clemente. Se fue, se le echó, pero al menos hay que agradecerle que llenara las arcas de Ibaigane. La existencia de negociaciones entre Athletic y Barça se admitía ya desde abril. A finales de junio, medio millar de futbolistas quedaban libres al no formalizarse el convenio colectivo.
Según la prensa de la época, Zubi pedía 25 millones por temporada y la Junta directiva de Pedro Aurtenetxe le ofrecía 17. El Barcelona, con prisas para atar al cancerbero vasco antes de que se le adelantara el Real Madrid, se lo llevó a cambio de 150 millones de pesetas y el navarro Bixente Biurrun, que llegaba para cubrir el pesado arco de la Catedral.
Todo lo contrario de la actitud demostrada por otro de los que, en su caso, escapó casi con nocturnidad. Un día antes de que El Chopo fuera nombrado entrenador, Julio Salinas, recién llegado del Mundial de México, aprovechaba la abolición del derecho de retención y fichaba por el Atlético de Madrid de Jesús Gil, sin dejar un duro a cambio, como había hecho el de Aretxabaleta.
Resulta curioso hojear la hemeroteca y observar el `cariño' con el que la afición bilbaina iba a recordar al mayor de los Salinas, que en noviembre, cuando los colchoneros tenían que visitar San Mamés, adujo una lesión para no venir. Eso sí, dejó perlas del estilo: «Quiero que gane el Atlético (...) y si le pueden meter siete, mejor que seis».
Y entre venganzas, despedidas y espantadas, la plantilla se presentó a mediados de julio con las incorporaciones de Biurrun -procedente de Osasuna-, así como las del equipo filial: Oscar Vivanco, Pizo Gómez, Andrinua, Joseba Agirre, Elguezabal, Luis Fernando, Sarriugarte y Arrien.
El papelón de Iribar con un equipo casi imberbe y renovado se agudizaría por una temporada plagada de lesiones, como la del fino centrocampista Miguel de Andrés. No es de extrañar que el curso 86-87 el Athletic las pasara canutas, viéndose obligado a echar el resto en el play-off de descenso. El único buen recuerdo fue el 2-4 al Real Madrid en el Bernabéu, tras ir perdiendo 2-0.
Al final de la campaña se fichaba al salvador Howard Kendall, pero se quedaban por el camino otros buques insignia, como Santi Urkiaga, Luis de la Fuente o Andoni Goikoetxea, traspasado por 80 millones de pesetas al Manzanares -«al Athletic le convenía el trueque por Uralde y se hizo», ha dicho-, y subían del filial unos jóvenes Rafa Alkorta, Ayúcar, Roberto Martínez e Iñigo Lizarralde.
Manu Sarabia, unas de las mechas detonantes del polvorín de un año antes, diría adiós al Athletic al acabar esa nueva temporada, terminando su carrera en el Logroñés.
Aquel verano del 86, en que sonaba ``La Puerta de Alcalá'', fue también el del inolvidable gol de Diego Armando Maradona a Inglaterra; y el verano en que el último Athletic campeón sufrió su mayor derrota.